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España España · El Masnou
Críticas de Totó
Críticas 3
Críticas ordenadas por utilidad
4
8 de agosto de 2010
207 de 336 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hoy he soñado algo realmente inquietante, por no decir escalofriante. He soñado que un puñado de personas, que se hacían llamar críticos, convencían a todo el mundo de que una película mediocre, pero muy pretenciosa, en realidad era una obra maestra. En mi sueño yo iba al cine a ver esa película y sufría durante más de dos horas el menosprecio de su director por mi inteligencia y la de mis amigos. De repente me vi envuelto en un laberinto de cartón, donde todos los personajes eran planos, sin ningún giro de guión, con un déficit de verosimilitud compensado por una hipertrofia en la lógica interna, sin matices, vacío de contenido y hasta de forma. Pero eso no es todo, en mi sueño el tiempo pasaba más despacio, mi mente trabajaba mucho más deprisa de lo normal y lo que fueron dos horas en el mundo real me parecieron dos décadas. Al terminar me sentí más viejo, despotricaba sin parar como un cascarrabias, pataleando porque en Filmaffinity la película tenía un 8.5.
Totó
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9
3 de julio de 2008
19 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ni una sola frivolidad. Ni un solo meandro en el curso de la narración. La historia fluye con tanta fuerza, es tan urgente lo que nos cuenta, que no hay tiempo para distraer con tramposos artificios.

La película se realizó pensando en los niños, no cabe duda, pero va dirigida a los adultos y a todo aquel que pretenda serlo algún día. Y lo hace con un estilo crítico, muy próximo al documental, pero cimentado a partir de un delicado lirismo que aporta cohesión al conjunto y que nos sitúa en el eterno camino de la utopía, desde donde algunos desearemos estrechar la mano del personaje.

Tavernier no sólo pretende reflejar la cruda realidad, se propone ser una fuente de inspiración para combatirla. Y lo consigue. Nos enseña que las buenas intenciones deben atravesar a menudo los gélidos desiertos de desilusión que pueblan las sociedades occidentales y que suponen un muro infranqueable para muchos. Nos descubre que el infeliz es incapaz de hacer felices a otros, que la desdicha también es contagiosa. Pero nos proporciona un modelo para la esperanza, para plantarle cara a esta plaga: este profesor entregado a la infancia, por la que siempre merecerá la pena vivir, o como en este caso, luchar fervientemente.

Daniel, nuestro working class hero, debe ser más testarudo que la miserable realidad que acecha a los vecinos de este barrio marginal. Una realidad empecinada en inmiscuirse en el universo imaginario de sus jóvenes alumnos. Muy pronto veremos como el espíritu irreverente de Daniel choca con el de sus acomodados colegas y por extensión con todos los estamentos públicos que le rodean. Para salvar a los niños se verá obligado a educar también a los padres de éstos, afectados por la desesperanza y el dolor. Un dolor que sufre él mismo por pertenecer a este mundo a veces tan despreciable.

Y es que el camino del idealista es largo, espinoso, surcado por colosales abismos de frustración y la película nos lo muestra con una honradez no apta para quien quiera pasar una dulce velada mirando para otro lado.

Tavernier apunta directamente a este sistema insensible e hipócrita en el que nos ha tocado vivir. Apunta contra el capitalismo, revelando algunas de sus repugnantes falacias y alzando la alfombra para dejar ver parte de la basura que allí se acumula. Pero lo hace dosificando el discurso, sin descuidar a sus niños, invitándonos a compartir un luminoso refugio, la inocencia.

El título es muy sugerente, pero no debe llevarnos a equívoco. Hoy es el primer día del resto de nuestra vida, bien por nosotros. Eso sí, para esas gentes no es una forma de hablar, porque hoy... Hoy todo vuelve a empezar.

Maravillosa.
Totó
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10
1 de octubre de 2009
20 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como dice el bueno de Bonifacio: "un dulce para el espíritu, una caricia en el corazón, un rayo de luz para la razón". Totalmente de acuerdo. Te deja sin palabras. Únicamente un larguísimo suspiro, y el alma exaltada, emergiendo del cuerpo para abrazar a ese pintoresco abuelo que espanta los temores de la existencia a golpe de armónica. Gracias, Albert, por recomendármela. Gracias Frank, estés donde estés. Una delicia.

Si no la has visto: estás de suerte. ¡Encuéntrala! ¡Contémplala! ¡Saboréala! No te arrepentirás. Si quieres soltar lastre, pasar un rato regocijándote de la vida, esta es tu película. Lo peor que te puede pasar es que se te quede una sonrisa idiota en la cara y no puedas tomarte los “deberes” en serio durante una temporada. También pueden aparecer unas ganas irrefrenables de diversión. De vivir como uno quiere. De cultivar humanidad. Eso es todo. Pero tranquilo. Los efectos secundarios son efímeros. El sistema y nuestra propia debilidad humana se encargarán de borrarlos antes o después. Lo que no borrarán es la huella de esta obra maestra inmortal. Madre mía cómo me he reído, cómo he disfrutado… ¿Cómo puede ser tan buena de principio a fin? ¿Por qué ya no se hacen películas así? ¿Cuándo voy a dejar de delirar?

Vive Como Quieras (1938) de Frank Capra
Totó
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