Uno de los director contemporáneos más importante es Damien Chazelle. Con 4 películas, el joven realizador estadounidense fue poniendo una huella en el terreno del cine. Tomando notoriedad el 204 con Whiplash, en donde mostró su amor por la música. Luego siguió La la land, un musical que rinde homenaje al género y confirmaba. Ahora cambia completamente el tono de sus 3 películas anteriores y trae esta, que además de recordar el alunizaje es un retrato existencial de la vida de Neil Amstrong.

La verdadera fuerza de esta película no se encuentra en mostrar escenas emocionantes de efectos visuales, lo que sorprende es la belleza desgarradora que guardan las escenas cotidianas de la vida de Neil. Primeros planos muestran el talento Ryan Gosling, personaje contemplativo y silencioso, recordando mucho a su interpretación de K en Blade Runner 2049 el año pasado (cinta en la que su personaje comparte rasgos similares con Neil). Nuestro anti-héroe se resigna luego del fatídico suceso que afronta, para poder emprender una misión que pone en riesgo su vida, y su estabilidad familiar. Pero a la vez siendo un medio de superación y de duelo.

La que podría haber sido una cinta propagandística y de exaltación estadounidense Chazelle lo convierte en un relato profundo y serio. La capacidad actoral de Gosling y Foy y el montaje detallista y preciso dejan escenas de fuerte carga emocional. Chazelle ha traído su mejor película luego de Whiplash un relato elíptico e hipnotizante desde el primer momento. Justin Hurwitz, compañero inseparable de Chazelle no se queda sin merito, ahora logra aumentar las dosis de tensión y crear climas en las película, sin llegar a convertirla en efectista.

Una pena que haya sido prácticamente ignorada en las nominaciones a los Globos de Oro, y dando preferencia a cintas que claramente no se merecían estar allí. Pero no necesita ningún premio para dejar de ser estupenda.

Esta película dirigida y protagonizada magistralmente por John Krasinski es un ejemplo más de que el terror aún es un genero que puede dar buenas películas, como Huye (crítica al racismo aún existente en ciertas partes del mundo), La Bruja (2016), película que explora la vida en los grupos puritanos o No respires, película que comparte mucha similitud con esta.

Se usan todos los elementos cinematográficos para generar suspenso y tensión y convertir una situación cotidiana en algo tan nervioso y constante, que va incrementando a medida que la película avanza y llega a un momento de clímax. Todo esto se acompaña con las excelentes actuaciones. Cabe destacar la actuación de Millicent Simmonds (actriz sordomuda) y la excelente pareja de Emely Blunt Y John Krasinski (esposos en la vida real).

¿Beso? Un truco encantado para dejar de hablar cuando las palabras se tornan superfluas. Frase pronunciada por la actriz Ingrid Bergman es básicamente la esencia de esta historia, en donde la belleza de cada cuadro dice mucho más que el dialogo.



El director polaco Pawel Pawlikowski que había mostrado su maestría con Ida (2013), regresa trayendo un romance imposible que tiene de telón de fondo la guerra fría, Pawlikowski cuenta una apasionado romance imposible entre dos personas de diferentes orígenes y temperamentos. Desde la primera escena de esta cinta el espectador queda hipnotizado por la belleza de la imagen en blanco y negro que resalta y contrasta momento de fuerte sentimentalismo sobrio y elegante, que desespera en momentos, que se acompaña perfectamente con la música seleccionada, que parece haber sido creada especialmente para la película.



La película comienza a fines de los 40, vemos una recreación fiel de las distintas épocas por las que la película pasa, mostrando por medio de la música el paso del tiempo. La historia va avanzando, vemos reconciliaciones y reencuentros, siempre hermosos, pero en el fondo sabemos que no durara, nos volvemos participes de la desesperación de dos personas profundamente enamoradas que por los obligaciones laborales y los problemas que se vivían en la época no logran consolidar su romance. Joanna Kulig, ofrece una interpretación desgarradora y hermosa, haciendo un tributo a las mujeres de las películas clásicas de la época.



La cinta se consolida así como un poema de amor al cine regresando a la esencia de este, lo que la convierte en una desgarradora y hermosa historia de amor.

La película cuenta con elementos reales y ficticios, que sirve para representar la sumisión y resistencia a las humillaciones por ignorancia de parte de todas estas personas. Este se demuestra en diversas escenas. Pero sin duda la mejor lograda es una secuencia de imágenes de un árbol por las diversas estaciones. Toda la película está muy cargada de simbolismos y metáforas. El director, originario de Zambia (donde se desarrolla la historia), captura imágenes poderosas que se complementan con un montaje con un estilo contemplativo. La película tiene permitido usar un humor absurdo que complementa la ya absurda idea de que ciertas mujeres son llamadas brujas.