Así empieza la obra maestra de este genio del cine, de todos los colores y diseños de acuerdo a su personalidad... Tubos, conductos, cables... un sinfín de canales de información y control que muestra de una forma desgarradora las fatalidades del autoritarismo burocrático, pero Gilliam no solo se refiere a males endémicos de países alejados ajenos a nuestra vida cercana, va mucho mas allá.

El mundo presentado es un avance de las fatalidades de la sociedad en el que vivimos del cual somos un numero, documento, resguardo... en un simple fichero la capacidad de control sobre nuestras vidas es también mas grande, como el culto al poder y al físico, nuestra individualidad se ahoga en un mar de papeles iguales de la colectividad. Quizás no estemos tan lejos de esa ciudad monstruosa y de esos individuos que tanto gesticulan, quizás la obra de Guilliam se subestime. Soberbia

Que más da quien se lleve más Oscar o menos, quien interprete mejor o peor... nos encontramos ante una película maravillosa que narra como nadie los vínculos entre padre e hijo en una historia de lucha y superación. Saca de nosotros cosas que otro tipo de cine por muy técnico y sofisticado que sea no logra, muestra la humanidad, el amor ... y las polémicas de la academia a nadie deben interesar después de ver esta hermosa historia.

Es comprensible que esta película no deje indiferente al espectador la puedes amar o abolir, pero acaso no consiste en eso el amor, la pasión, el sexo como nos lo muestra Bertolucci. Enorme Brando que lleva el por si solo la película, lección magistral de buen cine, conmovedoras e inolvidables diálogos, feroces relaciones en un escenario tan lúgubre y bien retratado como un Paris fantasmagórico y helado. A quien no le gustaría compartir un piso de esa forma y amar como aman los protagonistas.

Tenemos ante nosotros una visión iracunda de la sociedad actual, la sociedad de masas, coronada por el manhatanismo del que Koolhaas nos habla. Esta película de la que podríamos hablar hasta la saciedad ofrece mas cruces y tensiones de las que pueda parecer una simple historia de amistad. Según mi parecer Schlesinguer ofrece una visión global de la decadencia del sistema capitalista, del desmoronamiento de la dignidad humana encarnados en la figura de Ratzzo, que interpreta magníficamente Dustin Hoffman, y de la fragilidad de los sueños que tan bien se aprecia en el inocente cowboy. Técnicamente es abrumadora la fuerza con la que se usa el blanco y negro y algunos efectos de cámara que producen un vuelco del estómago en el espectador. Pienso que nos encontramos ante una película visionaria ,no solo una simple historia plagada de tópicos, que ademas, no dejara indiferente al espectador, y creo que en eso consiste el gran cine.