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España España · Granada
Críticas de Kikivall
Críticas 2.114
Críticas ordenadas por utilidad
3
6 de septiembre de 2020
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Frank Morrison (John Travolta), separado de su exmujer, Susan (Teri Polo), no vive tampoco con su hijo Danny de doce años (Matt O’Leary). Ahora ambos viven con Rick Barnes (Vince Vaughn), el nuevo esposo de Susan. El pequeño Danny hace esfuerzos para vivir con su padrastro, pero sucede algo insospechado que provocará un giro en los acontecimientos.

Película del irregular Harold Becker, con un guion traído de los pelos de Lewis Colick que habla del relato terrible de un padrastro psicópata que pone en riesgo la vida de todos los protagonistas.

Película sin entidad, de serie B ó C, sin capacidad ni para entretener, previsible a tope, tanto que lo único que puedes hacer es sonrojarte por el inefable ridículo del Colick.

Entre los intérpretes cabe destacar a un horribilis John Travolta, un histriónico Vince Vaughn haciendo de muy malo sociópata y el resto (Teri Polo o Steve Buscemi) haciendo lo que pueden en una cinta que carece de vertebración y de casi todo.

Tal vez podamos salvar la música de Mark Mancina y un poco la fotografía de Michael Seresin.

Película a mayor gloria del peor Hollywood que pone de manifiesto la falta de ideas y la precipitación de una producción sobrante.
Kikivall
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6
26 de abril de 2020
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Recuerdo un verano caluroso cuando fui al estreno de esta comedia de factura aceptable bajo la batuta de Richard Benjamin con guion ameno y bien trabado de David Giler.

En la historia, Anna, es una bonita violinista que vive provisoriamente con su novio Walter en el apartamento de su exmarido. Pero como es obvio, deben buscar otra vivienda, lo cual que un amigo de Walter agente de la propiedad, le ofrece la ganga del siglo: una casa en las afueras de la ciudad. Lo que ocurres es que al estar la casa prácticamente en ruinas, de ahí el título, deben llamar a operarios que solucionen el pastel: albañiles, fontaneros, electricistas, etc., con todo cuanto ello supone de caos y facturas infumables.

En el reparto está sensacional un joven Tom Hanks con gran vis cómica, su bonita novia Shelley Long y el ex Alexander Godunov. Acompañando Maureen Stapleton, Joe Mantegna, Philip Bosco y Josh Mostel. Un reparto de lujo.

La comedia está aderezada por unos acertados efectos especiales y estrafalarios gags, que son a veces tan estruendosos y dramáticos que uno no sabe si reír o llorar. El caso es que son sucesos que a todo el que ha hecho una reforma en el hogar o se ha construido una casa, los reconoce rápidamente y no es difícil identificarse con el atribulado Walter frente a la cuadrilla de operarios que no dejan títere con cabeza en su frenética labor de restauración.

En fin, una casona en la que las puertas se salen de sus bisagras, el cableado se quema como un reguero de pólvora, los baños apenas se tienen y chorrea el agua, la escalera central se derrumba o los techos gotean. Para ello, el director Richard Benjamin tiene el raro don de intuir dónde está el chiste y la gracia, con un cierto gusto por la bufonada que a veces recuerda a Buster Keaton, para lo cual cuenta con un intérprete cómico muy bueno en la figura de Hanks. La distracción y el humor están servidos y la risa asegurada, junto con la angustia de ver al atribulado protagonista, abogado de pro, que vive una auténtica pesadilla con su nueva y ‘ruinosa’ casa.

Siempre guardé en mi memoria esta obra que me resultó y me sigue resultando muy simpática y entretenida.
Kikivall
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9
6 de abril de 2020
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dramática y a la vez hermosa esta película sobre cuatro niños de padres diferentes, hijos de una madre errática e insensata, niños que nunca han ido al colegio y que en un momento del film, su madre los abandona en un pequeño piso de Tokio a cargo del mayor de doce años de edad. Los niños se ven obligados a organizarse como mejor pueden, en plan de sobrevivir y sin apenas dinero para pagar las facturas ni comprar comida. El difícil equilibrio de los cuatro hermanos pronto empezará a resquebrajarse.

El director Hirokazu Koreeda, con guion de su propia autoría hace lo que con acierto Ocaña ha calificado de “poesía del desamparo”, una obra en la que el espectador lo pasa mal, convirtiéndose en un sufridor silencioso del panorama que está presenciando, de esos niños abandonados cuya desorientación es, empero, poética por la forma delicada y la maestría con que Kereeda trata la historia. A lo cual colabora la genial fotografía de Yutaka Yamasaki y una sugerente música de Gontiti.

A lo que he dicho se une la apabullante naturalidad y frescura de los actores niños que aportan una fuerza y un realismo elegante al filme. Yûya Yagira, Ayu Kitaura, Hiei Kimura, Momoko Shimizu aciertan a conseguir un coro de tiernas voces bajo la batuta de Koreeda, que hace temblar los cimientos del corazón de quien ve la película; ese miramiento sutil y lírico a lo que es sin más, resistencia infantil ante la desdicha.

Una improvisada crítica como yo, en estas mismas páginas, Mirada Milenaria, titula sus comentarios sobre esta cinta: “Eso mismo viví, durante una etapa de mi vida”, y sus palabras me han parecido muy aclaratorias, porque provienen de sus propias vivencias que acierta a reconocer en la pantalla, o sea en esta película, que le trae recuerdos igual de asombrosos y trágicos de su propia infancia; como cuando dice, tras el visionado y recordando a su madre: “Ella era incapaz de amar a nadie por mucho tiempo, se cansaba de todo... los trabajos, los hombres... hasta de nosotros, sus hijos, llegó a cansarse”. Y añade que cada pocos meses cambiaban de domicilio abandonando los enseres, porque su madre odiaba las mudanzas. Y en otra parte de sus comentarios autorreferentes y terribles añade que al cabo de tres años apenas poseía “una lamparita en forma de luna, que instalaba en mi habitación y permanecía toda la noche encendida para que me hiciese compañía... Aquella pequeña luz amarilla me ofrecía seguridad. Era el único anclaje a la vida errante que llevábamos (…) (la película) me hizo recordar una etapa de mi vida, oscura, lejana ya, que trajo de nuevo a mi memoria, momentos de mi infancia; donde la vida fuerza a madurar a una edad que solo tendrías que pensar en esa felicidad infantil y serena”.

Amigos, no creo que se puedan decir mejor los sentimientos, las emociones y las vivencias que esta obra evoca en el alma de cada uno. La mayoría de nosotros podemos dar gracias al cielo de no haber sido abandonados precozmente. Pues hay muchas formas de abandono. En el caso de este filme es un abandono a todo nivel, que empieza por el abandono físico y de soporte básico que todo niño debido a su inmadurez necesita. Pero hay también el profundo abandono que ha impedido a los niños de la historia acceder a la educación y a la compañía de otros amigos/as.

Qué más puedo decir. Desde luego no es un filme para pasar el rato. Pero una vez inicias su visionado ya no puedes dejar de mirar por ver qué va a pasar. Y como las personas nos parecemos en algunas cosas bastante, no creo errar al afirmar que el espectador espera, aunque sea en el último minuto del (largo) metraje y con muchas ganas, un milagro.
Kikivall
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7
31 de marzo de 2020
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Obra de pandemia de ficción hecha con gran pericia

Película de Yeon Sang-ho, muestra de cine coreano dirigido con un sentido impecable del ritmo narrativo, nos cuenta sobre un misterioso brote viral que atemoriza a la población.

Un ocupado ejecutivo divorciado lleva a su hija a ver a su madre, para lo cual toma el tren Saigón-Busan; nada más salir de la estación los pasajeros pueden ver cómo los zombis atacan a las personas. No tardan en darse cuenta que al vagón ha subido una mujer con una mordedura que está irremediablemente infectada. Tendrán que luchar por su supervivencia.

Interpretaciones excelentes de Gong Yoo y Ma-Dong seok y una cinta visionada por más de 10 millones de coreanos. Una obra de género hecha con gran pericia, impactantes imágenes, espectacularidad, precisa y hasta icónica en algunas de sus escenas.
Kikivall
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4
16 de marzo de 2020
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La familia alemana Hartmann, ricachona, el esposo ya metido en años y cirujano -lo cual no acepta- y su esposa, profesora jubilada, decide albergar en su casa a un refugiado que será, tras una criba Diallo (Eric Kabobgo), un nigeriano bueno que no habla el idioma bien y que a su manera unirá a los miembros de la familia. El matrimonio tiene dos hijos; una mujercita estudia distintas carreras universitarias y no tiene novio; y el hijo es padre de un niño al que descuida, abogado hiperactivo metido en negocios.

La película tiene diversas líneas argumentales sin profundizar en ninguna de ellas como debiera. La que dicen es la película alemana más vista en 2016 habla de tensiones, cambios, problemas diversos, soluciones variadas y es tanta la cosa que todo lo aborda plan superficial. Quiere ser inclusiva y tiene un fondo más que racista, pretende ser simpática sin conseguirlo, quisiera ser existencial (el tema de la vejez del marido; el alcoholismo de la señora, etc.), y se queda en un bluf!

En fin, este filme de Simon Verhoeven que a suvez es autor de un guion vertiginoso y loco sin causa, podría ser confundida con una serie de TV. Se ve que su intención ha querido desarrolla un humor sobre las clases acomodadas ‘versus’ los anhelos de los pobres inmigrantes que allí aterrizan en busca de seguridad. La conclusión es un remedo paternalista, estúpido y muy simple.

El cuadro actoral se limita a cumplir, no sin excesos, como en el caso de Heiner Lauterbach que resulta torpemente histriónico, y mal que bien Senta Berger, Palina Rojinski, Elyas M’Barek, Florian Fitz o Erc Kabongo. Musiquilla aceptable y bonita de Gary Go y una fotografía luminosa de Jo Heim.

Película, en fin, que no tiene muchas vueltas y que incluso deviene justo lo que al parecer no pretendía: es racista. Además, es evidente, predecible, torpe y para nada divertida. Quisiera ser políticamente incorrecta y para nada lo consigue.

La aconsejo, cuando mucho, para una sobremesa con siesta incluida.
Kikivall
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