Dicen que el cine es para entretener. ¿Quién lo dice? ¿Los críticos que representan el sistema? Sentados cómodamente en la cubierta del Titanic, es difícil estar a tono con lo que está pasando: nos hundimos irremediablemente en la hipocresía de un sistema asesino que golpea todo lo puro e inocente que lo expone.
La película no es aburrida.
¿Es para entretenerse? No.
¿Expresa, dice? Sí.
¿Qué dice? Dice lo que a los críticos de diarios y revistas se les escapa: Que lo que nos enferma es una tenebrosa hipocresía que el sistema productivo nos enseña a defender a ultranza mediante distintos agentes: la propaganda de "una vida feliz", "un mundo ordenado", "padres y adultos que vienen a representar lo correcto", en tanto que lo que pasa en la realidad se niega sistemáticamente para que esa realidad no se venga abajo.
Para mí, es una película imprescindible.
Gracias Clooney.

Es difícil decir: "Esta película se quedó en el tiempo" cuando intervienen en ella actores como Marlon Brando, Elizabeth Taylor y son dirigidos por John Huston.
Me dio la impresión de que la temática elegida -la homosexualidad latente de un militar de rango, la infidelidad sin disimulos ni justificaciones, la hipocresía, el hastío-, debió haber hecho vibrar a la generación que acudió a verlo como quien presencia una denuncia ante la sociedad. Y, en efecto, así debió serlo. Sin dudas, debió conmover al sentido común de su época de modo similar a los alaridos de espanto y el horror de lo que se mira sin quererlo ver.
Sin embargo, la película, como hecho artístico, dejó expuestos con el paso del tiempo todos sus defectos: No se percibe una trascendencia que permita concebirla viva en el tiempo. Apenas asistimos a la superficie del drama y no a su génesis, o a su punto culminante. Y cuando ocurre esto, los actores parecen meras marionetas en manos del director, sin que entre todos juntos logren aportar eternidad a distintas situaciones que se suceden de forma ingeniosa, sin profundidad.
Ni siquiera un actor como Marlon Brando logra, en distintas instancias -a esa altura de su carrera, donde ya había demostrado lo que era capaz de transmitir como actor-, ni siquiera él consigue transmitir el drama que apenas subsiste en el sarcástico personaje protagonizado por Elizabeth Taylor, que sí brilla con su actuación.
En resumen, una historia contada de un modo que hoy, en lugar de escandalizar, apenas nos arranca una sonrisa condescendiente.

Entiendo que la película tiene más relevancia a través de la denuncia que se hace de manera abierta, mencionando al presidente de los EEUU como el primer traficante de armas en el mundo, que como una obra cinematográfica.
Me resulta interesante porque hay aspectos del tráfico de armas que uno desconoce y que no dejan de ser sorprendentes.
Por lo demás, la película resulta entretenida, pero nada más.

Es muy llamativo haber comenzado a ver esta película con el prejuicio que supone el número con que la califican las críticas. La película es convincente de comienzo a fin, entretiene, brinda suspenso, cuenta muy bien una historia que mientras uno la va mirando se da cuenta que no cierra del todo, hasta que por fin estalla la revelación de lo que pasa y, ahí sí, aparece todo el drama que expone la condición humana.
Puede que no sea una obra maestra, pero está al nivel que puede esperarse de una película de suspenso con un guión bien trabajado, escenas bien filmadas y editadas, y con actuaciones destacadas en los cuatro actores en que descansa la historia. Quizá el único defecto que puede atribuirse no a la actuación sino a la dirección, sea la manera en que habla Darín, que si bien trata de atenerse al personaje no deja de sonar como alguien de ciudad y no como un hosco hermitaño del sur.
Una película recomendable.

Voy a plantear las cosas que uno puede decir sobre una película definiendo desde dónde lo digo: vas al cine para sorprenderte, para entretenerte, para entender lo que el director quiere plasmar en la pantalla, para emocionarte con la historia, con las actuaciones, con la fotografía, con la música.
Dicho esto y dado vuelta el reloj de arena desde que la película comienza, puedo afirmar que -para mi gusto- el film no es una película sencilla de ver e interpretar. Es poco comercial, se preocupa poco por "vender" la historia. ¿Acaso no es lo que le criticamos siempre a Hollywood, que las películas sean un producto, una fórmula? Bueno, aquí la fórmula no es la de siempre. En lo personal, la película más me intrigó que emocionó. Sí, aporta un punto de vista metafísico del espacio-tiempo que está en boga, como si fuera producto del despertar de la conciencia humana a algo que todavía su percepción no puede digerir.
Ahora bien, la película, en conjunto, con las actuaciones, en particular la de Amy Adams, es más efectiva que impactante. Mantiene atrapada la atención, sí. Luego, si el resultado de dicha atención se justifica con el resultado, me animaré a decir: Los que pudieron mantener la concentración y comulgan con los códigos de la historia, habrán de irse satisfechos; los que fueron a entretenerse, bueno, ahí quizá se sientan defraudados con el resultado final.
En lo personal, me pareció interesante. No una obra de arte, no algo que aporte algo demasiado sustancial como mensaje. Igual, valoro al cineasta que se anima a realizar una película así.
Para concluir, me parece auspicioso el puntaje global que recoge las críticas del film, porque es una película no fácil de ver y entender, en una época donde el público quiere todo masticado e interpretado.