Cuando se nos vende un film como un thriller plagado de calificativos positivos y además su director nos ha obsequiado con joyas como Se7en o El club de la lucha, es complicado no visualizar Zodiac sin ningún tipo de pretensiones. El último trabajo de Fincher nos presenta un juego de asesinatos combinado con la obsesión de un periodista, un dibujante y dos policías por conocer la identidad del autor de una serie de crímenes que se han ido sucediendo durante varios años desde 1969. Esa obsesión de localización es el argumento central del film, atrás quedan los efectistas asesinatos de Zodiac. No es éste un film que te haga saltar de la butaca o te haga fruncir el ceño al ver como un enfermo se ensaña con el cuerpo de su victima. En este caso estamos ante un examen exhaustivo de una investigación, de las incidencias que se encuentran en el camino para poner fin a la obsesión de cuatro personas.
Fincher logra realizar un trabajo extraordinario de guión, todo se relata de una forma íntegra, con detalles mínimos en los personajes para darle mayor exactitud a lo ocurrido en San Francisco. La parte técnica está impecable, una ambientación inmejorable, la iluminación crea un clima asfixiante que transmite por sí sola y no menos importante es la fotografía; unos planos muy acertados, los travelling expuestos en los momentos adecuados, y a todo ello hay que sumarle una banda sonora estupenda al incluir el "Hurdy Gurdy Man" de Donovan. Excelente también es la interpretación de Mark Ruffalo pues consigue ser el principal exponente del cartel de actores a pesar de no tener el papel principal. Realiza un trabajo en el que con un solo gesto, una mirada o una frase cosecha la atención del espectador sin que en ningún momento decaiga el más mínimo interés. Robert Downey Jr, al contrario, su interpretación cansa hasta no importar lo que le ocurre a su personaje. En un término medio encontramos a Gyllenhaal. El que fuera Jack Twist en el inmejorable film de Ang Lee, en el último de Fincher no logra despegar del todo salvo en la magistral escena del sótano.
El único pero de Zodiac es su excesivo metraje, en menor tiempo se podía haber expresado lo mismo. Estamos ante un film de género confuso; se balancea entre el thriller y el drama pero no es un documental.
Recomendada para aquellos que disfruten de trabajos de campo y amantes de Fincher. Zodiac no es Se7en pero tampoco la Habitación del Pánico.

Lo mejor: la evolución de la obsesión de los personajes, la escena del sótano y la dirección de Fincher.
Lo peor: que no durase media hora menos

No es fácil acercarse a una película como Tan fuerte, tan cerca y ser objetivo. Pocas veces una campaña de desprestigio ha sido tan evidente como en este caso y dejarse contaminar por la todopoderosa opinión de los "expertos" no es una labor que requiera esfuerzo. Mucho se ha criticado sobre la condición de nominada a mejor película en la pasada edición de los premios Oscar. La han tachado de manipuladora, ofensiva y hasta la palabra pornografía se ha dejado ver en algún que otro titular para referirse a la cinta más floja de su director. Cierto es que la película hilvana las emociones a la perfección para conseguir la lágrima, aunque permítanme dudar que ese sea el único objetivo de su director.

Ahora bien, en este afán de subirnos al carro de las lapidaciones, hay que ser consecuentes con nuestros argumentos. Aquellos que en su día encumbraron la obra maestra La lista de Schindler, por poner un ejemplo, ¿no sintieron cómo sus lagrimales eran presionados por el dedo de Spielberg? La cinta venía a narrarnos las penurias de los judíos en el mayor holocausto de la historia. Por aquel entonces se recalcó que era una película necesaria para no olvidar, para tomar conciencia, en definitiva para emocionarnos. Jugaba a su favor el momento histórico como ya ocurriera en la anterior y extraordinaria obra de Daldry (El lector). El fascismo alemán quedaba atrás convirtiéndose, para el espectador que no lo había sufrido, casi en ficción. Daldry busca esa vulnerabilidad con otro acontecimiento histórico pero mucho más actual y ahí es donde se la juega. El 11-S lo vivimos como la mayor tragedia de nuestra reciente historia y poner el dedo en la llaga cuando aún no está curada es de una osadía delicada.

Especialista en llevar a la gran pantalla textos prestigiosos, en este caso la novela de Jonathan Safran Foer, autor de la estupenda Todo está iluminado, adaptada al cine por Liev Schreiber, Daldry ha recibido el varapalo que no se esperaba. Aunque resulta curioso que la novela, sin embargo, haya sido un best-seller. Hay algo que se escapa de las manos. ¿Por qué condenamos una película y ensalzamos una novela si ambas relatan la misma historia? No hemos de hurgar demasiado para hallar la respuesta. En las páginas de Safran Foer la situación post 11-S no era más que un contexto en el que se narraban historias dando relevancia a los personajes. Daldry ha elegido la vía rápida. Opta por recrearse sólo en Oskar otorgando un escaso metraje al momento histórico en el que sus abuelos se conocen, algo que la novela describe con tanta vehemencia que emociona.

(sigue en spoiler por falta de espacio)

Muchas eran las intenciones que había depositado en este film, sin embargo, a medida que el metraje avanzaba me sentía muy decepcionado esperando incluso que en algún momento el guión me sorprendiera pero no fue así.
Hard Candy, mejor película en el Festival de Sitges 2005, es una historia de venganza ante todo, camuflada de pedofilía, en la que se intenta desordenar el concepto de victima y verdugo.
La joven Ellen Page no demuestra lo que otra actriz en su lugar podría haber realizado, la exageracion predomina en ella como el intento de Slade de hacer de este personaje a la gran justiciera. Patrick Wilson está correcto, a pesar de verle sufrir en ningún momento hace que uno se pueda apiadar de él, con lo cual no cumple del todo la idea original.
No es lo mismo la parte técnica, pues la fotografía es otra protagonista más. Distinto intento de transmisión sería si las paredes no estuviesen pintadas de esos tonos o la iluminacion fuese otra.
Hard Candy es sin más una ópera prima aceptable con un guión muy pretencioso y de interpretaciones pésimas muy recomendable para los seguidores del ojo por ojo y para aquellos que disfruten intuyendo salvajadas. Por destacar alguna escena: la del baño, pues es en la única parte del film en la que el gesto de Ellen Page me produce sensacion, no sé si de risa o de pánico, pero algo produce.

Lo mejor: la fotografía.
Lo peor: la sensación de manipulación constante.

Mi nota: 4

Como no, un año más las canas más famosas junto a las de Richard Gere hacen su estelar aparición por la cartelera cinematográfica pero esta vez algo más acentuadas que de costumbre. A diferencia de sus últimos trabajos, donde predominaba el sarcasmo, El Americano nos acerca a un Clooney más serio de lo habitual en un thriller tan pausado que enseguida provoca el bostezo. Pero claro, la presencia del guaperas es motivo más que suficiente para atraer al sector femenino y no tan femenino a las salas a pesar de que la historia carezca del más mínimo interés.
Con un prometedor y seguro inicio, que recuerda a Fargo, arranca este reiterativo y sombrío relato de un mercenario americano en tierras lejanas donde pretende dar fin a su trayectoria laboral. Pero lo que comienza de forma intensa enseguida se desvanece desde el mismo momento en que el personaje de Clooney pisa territorio italiano.
El juego que propone el director de mantener una supuesta intriga sin que en ningún momento ocurra nada trascendental con silencios tan longevos que recuerdan a una Eucaristía desquician a la persona más paciente así como las clases de “bricomanía con Clooney” que se van dando durante toda la proyección.
No hubiera estado mal que la trepidante acción de los últimos minutos con un brillante final se hubiera dosificado mejor y encontrarnos con escenas para el recuerdo pero al director se le antojó ofrecer una historia bien ejecutada técnicamente pero mal estructurada narrativamente con ese regusto a clásico que lo único que aporta es lentitud y aburrimiento.
No nos equivoquemos, George Clooney es un gran reclamo pero en esta cinta quien deslumbra y no sólo por su belleza es la italiana Violante Placido cuya mirada eclipsa a cualquiera. La actriz logra dotar a su personaje de ese carácter latino y contradictorio, por momentos fría y misteriosa y en otros pasional y cercana. Adjetivos que la imagen de Nespresso nunca conseguirá aunque se lo proponga.

Lo mejor: los últimos diez minutos. Lástima que duren tan poco tiempo.
Lo peor: los reiterados planos del pueblo italiano así como las escenas de Clooney fabricando armas.

Es cierto que todos tenemos un pasado más o menos interesante y que éste siempre vuelve para cubrir las carencias del presente. Suele ocurrir cuando tenemos una cierta edad. ¿El tiempo pasado siempre fue mejor? Pippa Lee, sobresaliente Wright Penn, parece tenerlo bastante claro. Ha llegado el momento en que su anodina vida en pareja le empieza a pasar factura planteándose lo que ha sido y puede llegar a ser.

La vida privada de Pippa Lee es un balance personal del pasado de su protagonista. A través de una estructura narrativa en forma de continuos flashback vamos conociendo sus raíces, el origen de sus inseguridades, una madre, sobreactuada María Bello, adicta a las anfetaminas que inculca a su hija una serie de valores poco convencionales y un amor que marcará su existencia. De este socorrido modo Rebecca Miller nos destripa las actitudes del personaje principal. Pero el ritmo que emplea la cineasta no permite al espectador empatizar del todo con esa Pippa que en momentos dan ganas de degollarla mientras que en otros te dejas seducir como cualquier quincerañero.
Y es que la gran baza con la que cuenta el film es el fabuloso elenco que la compone encabezado por la ex de Sean Penn que aporta un aire desconcertante al personaje cual montaña rusa y se marca una interpretación comedida pero extraordinaria. El gran error de Miller es dejar todo el peso de la cinta en sus intérpretes que van deambulando por el metraje haciendo lo que mejor pueden. Alan Arkin y la joven Blake Lively dejan un gran sabor de boca pero sobre todo reencontrarnos con Winona Ryder en una caricatura de sí misma sea el momento más esperado de una cinta dramática en la que se echa de menos alguna dosis adicional de ironía que exigía. Aquí radica la aparente simpleza de la cinta, aún siendo nostálgica y tremendamente reflexiva, los intentos de humor se quedan en sólo intentos provocando que el film se quede a medio gas.

Una vez más un reparto magistral no consigue una obra maestra pero sí una película que a más de uno le hará replantearse su futuro a través de su pasado dejando el presente a un lado.

Lo mejor: el trabajo de los actores consigue sacar a flote el film.
Lo peor: que ni los tatuajes de Keanu Reeves logren expresar más que su interpretación.