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España España · Barcelona
Críticas de Glasshead
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Críticas 159
Críticas ordenadas por utilidad
2
18 de septiembre de 2023
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Considero un misterio que esta película tenga casi un 6 de nota. Escribo este primer párrafo para ahorrar tiempo a quien haya venido a leer las críticas para decidir si la ve esta noche. Y ya le digo que en condiciones normales esta película tendría un 4 a lo sumo.

Puede engañar un poco porque se nota que hay pasta en su elaboración. Pero eso no quiere decir exactamente buen gusto. El título de inicio, con su efecto cutre parecido al de los CD para ordenador que se vendían a finales de los 90, ya es digamos que una mala señal. Lo mismo que ese filtro salvaje que aparece y desaparece y que cualquiera diría que ha salido de una versión de Instagram programada por amateurs que han usado un PC con Pentium. En fin, todo esto sería perdonable si vamos a ver una buena historia de terror.

Pero... no. La película es aburrida ya desde buen comienzo. El ritmo es lento y farragoso. Dura una hora y media pero parecen cuatro. Cumple todos y cada uno de los tópicos de una película de terror, no se dejan ni uno, lo cual tiene su mérito. El guion parece elaborado a partir de trozos de otras películas más famosas del género, pero la fuente de plagio más importante es Expediente Warren. Tiene su mérito que no haya ni un solo momento en la película que sea genuino o completamente original, parece algo hecho a propósito.

La historia es vulgar, previsible y más tópica e insustancial que un bocadillo de chopped con aceitunas. Las actuaciones son malas por norma general, pero se lleva la palma el que hace de "marido", aunque realmente las frases que le hacen decir (con la atracción añadida de cambios de tono random) no se lo ponen nada fácil. Las reacciones de los personajes oscilan entre lo irracional y lo estúpido. Y tampoco hay ningún cuidado en que el guion evolucione sin que se note. El final podría ser quizás lo mejor de la película (tampoco para echar cohetes), pero tragarse antes hora y media de aburrimiento no compensa demasiado.

El terror en sí: nada, cero, caca. Las situaciones más interesantes, como ya he dicho, son copia de otras películas y no sorprenderán. Hay un abuso que roza la insensatez de la típica figura fantasmal que aparece de repente en el fondo del plano detrás del protagonista. Y sobre todo, molesta mucho la irritante tendencia del "monstruo" (en este caso, una bruja), a salir de repente chillándole a un personaje detrás de la oreja y echándole encima el aliento a Ducados, a chorizo y a carajillo de JB, con un alza del volumen bastante molesto, y para que después se volatilice.

En esta película hay más o menos una factura técnica de estudiante primerizo de cine, hay dinero, hay contactos. Lo que no hay es talento. Esperemos que en sus siguientes obras este director equilibre la balanza.
Glasshead
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7
17 de octubre de 2021
10 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vamos a ver, como película está bien, es divertida, las persecuciones están muy logradas y se hace resultona, pero quien busque aquí autenticidad, o que lo que aquí se muestra se parezca lo más mínimo a cómo era el submundo de la delincuencia catalana de finales de los 70, pues va muy equivocado.

Sí es cierto que los kinkis eran los hijos de los emigrantes de los años 50-60, que vivían en lugares deprimidos y que muchos de aquellos chavales decidieron, ante la falta de perspectivas y de trabajo, incurrir en la delincuencia, algo que agravaría la inminente llegada de la heroína.

Pero ya está. La pandilla de delincuentes que aparece en esta película son totalmente de mentirijillas, no dan el pego de ninguna manera, ni en ética ni estética, sus comportamientos y actitudes se explican con brocha gorda y como otro comentarista ha dicho por ahí, con sus atuendos y peinados parecen más actores porno de los años setenta que delincuentes del extrarradio catalán. A destacar, por cierto, la surrealista fiesta en la playa y especialmente el jipi obeso que va en pelotas y que se deja ver de vez en cuando.

Todo esto es normal: ni el director, Daniel Monzón, ni el escritor de la novela, Javier Cercas, conocen el mundo kinki más allá de las películas que puedan haber visto. Son hijos de familia bien que siempre han vivido entre algodones y que les ha venido todo rodado. Así que difícilmente van a poder retratar bien algo que desconocen por completo. Y que encima se marquen ese discursito social de "la ley no es igual para todos" pues toca las narices, para qué vamos a engañarnos, ya que ellos forman parte de ese establishment.

Otra cosa que me ha molestado es la catalanofobia que transpira la película y que intuyo que ha recogido directamente de la novela de Cercas. Digamos que todos los que hablan en catalán son "los ricos", los que viven bien, yo, como catalán, puedo asegurar que siempre hay, ha habido y habrá catalanes más pobres que las ratas, clase obrera pura y dura que convivían con los emigrados. Los kinkis, por otro lado, aquí solo pegan el palo a los adinerados, pero en la vida real lo hacían a quien podían, se robaban incluso entre ellos mismos, así que no me jodan.

Y una escena, sobre todo, en la que el protagonista les dice a sus padres que a él en el cole no le aceptan porque son de fuera y les llaman "charnegos". Pues bien, eso es completamente falso y nunca se ha producido en la realidad. La gente de pasta, como el protagonista, iban a institutos y colegios en los que el espíritu patrio y español cubría todas y cada una de las rutinas y de las asignaturas, y donde estaba bien visto hablar en castellano. Por otro lado, los catalanes "de bien", es decir, con dinero, eran mayormente afectos al régimen cuyas familias habían apoyado el alzamiento, de modo que nunca perdían la oportunidad de contar entre los suyos a los funcionarios y a los hijos de los funcionarios (como el protagonista). Así que no, no cuela, esta escena es vomitiva, mentirosa y yo diría que incluso potencialmente delictiva.

Aparte de eso, que he creído conveniente destacar, todo bien. Divierte y no tienes la sensación de haber tirado el dinero de la entrada.
Glasshead
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8
18 de julio de 2011
7 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Será que me encantan las películas de asedios, pero con ésta me lo pasé realmente bien. Cuenta con una historia interesante, con un actor estupendo -Paul Giamatti está increíble en la piel del rey John- y con toda una serie de combates que reflejan sin cortarse un pelo lo crudas que debían de ser las guerras en la Edad Media; y sí, disfruté con ese personaje corpulento que basa su método de lucha en desmembrar sistemáticamente una de las partes del cuerpo de su enemigo.

El asedio nos tiene en vilo todo el rato y el rey John se hace deliciosamente odioso. No me gustó, sin embargo, el papel del Templario, al que vi demasiado plano y poco creíble, pero hasta él cuenta con una secuencia espectacular hacia el final. Aunque en realidad, en esta película no importa tanto la esencia de los personajes como qué va a suceder con ellos.

Le encuentro un único, pero importante punto en contra: a veces el ritmo se detiene de manera absurda con escenas que, sinceramente, podrían haberse ahorrado ya que no añaden nada en absoluto. Nosotros queremos ver qué sucede y entonces los personajes empiezan a hablar entre sí, tan tranquilos, como si estuvieran en un pub, mientras mil daneses locos quieren acabar con sus vidas al otro lado del muro. Y lo malo es que esta especie de "pausas" sin pies ni cabeza se repiten varias veces.

Por lo demás, una película divertidísima.
Glasshead
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9
10 de octubre de 2014
5 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este es uno de los mejores falsos documentales que se han grabado nunca, una joya del género que parte del retrato de dos amigas adolescentes -una tímida y noble, la otra "descocada"- y de su entorno para introducir, en ellas, el desgarro, la sordidez de la parte más cruda de la vida, aquella parte que generalmente sólo leemos en los periódicos.

No es cierto, como se ha dicho en otras críticas, que los personajes y situaciones estén estereotipados. Quienes dicen esto quizá no saben que sí hay una juventud vacía y aburrida que se entrega al exceso como forma de sentir que está haciendo algo. Y esto no solo lo digo yo, lo dicen también Easton Ellis en sus novelas y Larry Clark en sus películas, entre otros muchos. La película retrata perfectamente este mundo, el contraste entre una joven sin referentes familiares pero consciente de la mierda que la rodea, y otra que vive -Dios, ¡es adorable!- rodeada de cariño y de atención y que, quizá por eso, se queda al margen, totalmente valorada por su amiga, que sabe que ella es una de las pocas cosas que valen la pena.

Y aquí explota la realidad, la vida en su cara más fea. No percibo en ninguna parte ni moralina ni morbo gratuito, al contrario, pienso que todos los recursos están enfocados a transmitir esa visión de la realidad como ente amorfo, aleatorio, que puede aplastar de un giro los deseos e ilusiones de cualquier espíritu limpio. Hay escenas que se quedarán grabadas en la retina durante mucho tiempo, que nos harán, después del impacto (aviso: fuerte impacto), profundizar en lo que hemos sentido, en lo que esta película nos ha transmitido. A fin de cuentas, totalmente inspirada por otro clásico: aquella película holandesa, "Desaparecida".

Sin duda alguna, una futura obra de culto y de referencia.
Glasshead
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1
21 de agosto de 2021
4 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
La película tiene algunos elementos interesantes, que son exactamente los que te dan ganas de verla: un fotógrafo que se dedica a la fotografía post-mortem, en el contexto de un pueblo húngaro azotado por la gripe española, poco después de la primera guerra mundial.

Pero todo lo demás es de broma. Es una maldita broma. De repente, la película decide prescindir de toda insinuación y de todo atisbo de terror psicológico, para cagar un engendro bastante ridículo que se fundamenta, esencialmente, en ver a los muertos moviéndose como si bailaran break-dance, golpes de efecto de mercadillo de ciudad del extrarradio, y una trama cada vez más sin sentido, mal planteada y peor montada aún.

A subrayar lo cutres que son los efectos especiales, con el papel estrella de una especie de monigote que se mueve como si fuera un mono y que parece dibujado por un niño de tres años. Y sobre todo, la presencia de la niña de las narices, que aparece en todos y cada uno de los planos y que rompe cualquier intento de tensión, porque se ríe o pone caras de empanada, como si se hubiera fumado un porro, cuando no toca. Insoportable, la verdad.

Un bodrio.
Glasshead
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