Cuando vemos aparecer el castillo de Disney justo antes de empezar una película, ya sabemos lo que nos espera. Una historia para toda la familia cargada de buenas intenciones y con moraleja final, discurriendo a través de un simple y lineal guión. Esto no es Pixar, aquí no hay dibujos maravillosos técnicamente ni grandes e hilarantes momentos, es el turno de los actores de carne y hueso.

Aquí nos encontramos ante una regular cinta de aventuras con trasfondo fantástico dirigida al público juvenil, con multitud de efectos especiales y una acción constante desde que empieza, con interesante punto de partida, pero que a los 20 minutos se convierte en una continua carrera que acaba cansando, cayendo en todos los tópicos de este tipo de películas y haciéndose muy evidente y predecible.

La trama carece de elaboración (e interés), los personajes son meros peleles al servicio de los efectos (y están el típico adulto desbordado, los niños héroes, el perro cachondo, los federales torpes y malos…) y los diálogos fallan en su intento de resultar graciosos.

Será de agrado para el público joven al que no le apetezca mucho pensar. Para los demás, una película más de esas para dormir durante la siesta del domingo y despertarte y ver que no te has perdido nada, siguen corriendo y sabes cómo va a acabar.

Como amante del cine de terror, he visto cientos de películas de este género, la mayoría en los últimos años, y ya me creía inmunizado, pues pocas han conseguido crearme cierta sensación de desasosiego (por ejemplo "Ils" lo consiguió en algunos monmentos) y los sustos no suelen ser demasiado efecivos conmigo. Y bueno, cuando llegué a casa al salir del cine, no me sentía demasiado seguro recorriendo el largo pasillo a mi habitación...

A ver esta película fui con más expectación de la que probablemente debía, teniendo en cuenta los antecedentes: Sólo he visto una película de Balagueró, "Darkness", que no me gustó nada (me insisten en que debo hacer un revisionado), y las películas películas que he visto rodadas al estilo falso documenta, cámara al hombro, o no me han gustado ("El proyecto de la Bruja de Blair"), o el terror no lo he encontrado por ningún lado ("Holocausto Caníbal"). Y aun con todo me quedé corto en expectación, pues a medida que avanzaba la película, me daba cuenta de que estaba quizá ante una de las mejores obras del género. Y es española.

Aun con todo, la película tien altibajos, en un principio entras de lleno en la acción y parece que no va a parar hasta el final, pero hay varios momentos de alivio de tensión que resultan cómicos (no sé si a propósito o no) y que incluso rozan el ridículo. Pero bueno, ya llega el momento de dejarse tonterías y es cuando realmente comienza la pesadilla, el ambiente se llena de una tensión irrespirable que, ayudada con unos cuantos sustos, alguno de ellos realmente conseguido, convierten la película en una auténtica gozada (o sufrimiento, sería más lógico decir) hasta que llega el final, sin un solo segundo de tiempo que permita si quiera parpadear.

Por cierto, en menos de un año, para octubre de 2008, tendremos el remake americano, "Quarantine", del que no espero nada en comparación con esta. Pero eso sí, han tenido buen ojo, han apostado por este filme antes de su estreno...

Antena 3, cuna de constantes fracasos entre las series televisivas desde hace unos años, presentaba esta serie como la mejor de la temporada antes de estrenarla y, tras el apoyo de la audiencia, no podían sino reafirmarse y definirla como la revelación. Últimamente no suelo iniciar muchas series españolas, y muchas otras que veía antes las he dejado poniendo como excusa la falta de tiempo, aunque realmente en muchos casos lo que ocurre es que los argumentos se han vuelto repetitivos y cansinos y las ideas han caido inevitablemente con el paso del tiempo, algo no demasiado extraño tras decenas de capítulos de hora y pico. A los mandos de esta pequeña sorpresa, el creador de alguna buena y de la muchas de las peores series de este país: Daniel Écija.

Nada más iniciarse la serie ya uno comienza a darse cuenta de que técnicamente está por delante de otras series patrias, con una cuidada fotografía, una banda sonora acorde, escenarios y decorados muy destacables, tanto el edificio como el sugerente bosque exterior, y unos actores que, salvo alguna (joven) excepción interpretan bastante mejor de lo que nos tienen acostumbrados la mayoría de actorzuelos televisivos, destacando algunos veteranos en estas lides de la talla de Amparo Baró o Natalia Millán. Aquí hay que hacer especial mención para Luis Merlo, que se quita de encima el halo de Mauri en "Aquí no hay quien viva" y, ciertamente, tenía mis dudas a este respecto, pues aquel personaje que le dio la fama le sentaba como anillo al dedo.

Desde luego, da varias vueltas a las otras dos series modernas de este género realizadas en nuestro país, "Motivos personales" y "Círculo rojo" (ambas de los mismos creadores) por varias razones: Los personajes están mucho mejor desarrollados, la historia no es un batiburrillo de incongruencias y, como principal diferencia, estas dos series no son más que sendos culebrones que, en vez de hablar de amores, desamores y traiciones, hablan de muertes, secretos y conspiraciones, cuyo guión tiene más giros que un tiovivo, de hasta 360º, que no hacen más que dar dolor de cabeza al expectador que acaba por no saber donde está ni quien es quien. Solo me había convencido otra serie del género, también de la mano de Antena 3: "El pantano", la cual quedó inconclusa al estrenarse el mismo dia y a la misma hora que "Los Serrano" en Tele 5 que como todos sabemos, barrió con su interesante comienzo (los únicos momentos realmente interesantes de la serie) a toda la competencia. Tras darle la espalda la audiencia, esta serie fue maltratada por A3 que acabó por retirarla de la parrilla a los pocos capítulos.

[sigue en spoiler, que me he enrollado mucho y no me cabía]

Thriller policíaco de nueva horda, de asesinos en serie con motivos (estúpidos), muchas veces extra terrenales, que inició (o relanzó) Fincher con “Seven” tres años antes. En este caso los pecados capitales dejan paso a una búsqueda del dolor y el sufrimiento (quizá ese es el cometido de la película hacia el espectador) y a ciertas ganas de morir (carne de emo, hoy en día) ante lo que me pregunto, ¿Por qué no se suicida, que es más fácil? Y así nos ahorra la película.

Lo primero que hay que decir, es que el escenario es circunstancial, sin ningún peso en la historia. En aquellos tiempos, año 98, estaba en plena efervescencia la implantación de Internet en los hogares, y los chats era lo más. Pero aquí simplemente es un punto de partida, por poner alguno, y por ver si eso tenía algo de tirón entre la adolescencia del momento.

En cuanto comienza, por su apartado técnico desvela pronto que el presupuesto es más bien escaso, e incluso le cuesta llegar al nivel de cualquier serie B de la época. Los pocos efectos que se pueden ver son más bien cutrecillos. Ciertas escenas se rodean de una oscuridad que, sospecho que más allá de crear ambiente, también sirve para ocultar carencias.

Cojea especialmente en el argumento, una historia muy muy floja y con bastantes situaciones demasiado cogidas con pinzas para tener cualquier viso de verosimilitud. Siempre hay alguien en el momento justo y con los conocimientos apropiados para solventar una parte del caso. Y además, el protagonista mucho tatuaje y mucho piercing… y resulta que son falsos, o es que la cirugía estética del momento hizo un gran trabajo. Pero, sin embargo, el personaje más lamentable es el del policía/padre de la víctima, un ejemplo de pared parlante sin ningún tipo de sentimiento ni emoción, lo cual será parte de culpa del actor, pero intuyo que especialmente del autor del guión, dibujando un personaje tan plano y, sinceramente, con bastante poca lógica. Ni siquiera el vano intento de hacer aparecer al recurrente Robert Englund aporta algo de calidad a la cinta (porque es típico meter en estos despropósitos clásicos del terror venidos a menos, especialmente el susodicho).

Y al final me he enterado de que el guionista, Dee Snider, el cual no conocía y que por lo visto es un cantante heavy (ahora entiendo la estética del malo, al cual interpreta, por cierto), pero investigando un poco, he visto que es su primera, y por supuesto última, participación en estas labores dentro del cine. Y encima, productor, claro ¿Quién iba si no a meter las pelas en esto? Zapatero a tus zapatos.

Nos han querido vender esta serie como si fuera el House de los abogados, pero no es exactamente así. Más bien no es.

Aquel médico era un ser antipático y odioso, un H.P. con todas las letras, para el que el fín justifica los medios, y dicho fín no es otro que su propio éxito y su ego personal (y si de paso salva vidas, pues mira que suerte, oye).

Shark, sin embargo, es más humano, tiene vida privada, una hija a la que trata de conocer e intenta aprender a convivir con ella, tiene amigos, se relaciona... En el trabajo puede ser prepotente, pero es que es el mejor y lo sabe, es duro con sus subordinados pero no tiene problemas en reconocer sus virtudes y aplaudir sus aciertos.

La estructura de la serie sí que es igual a la de House (y realmente a muchas series americanas últimamente), tanto en el desarrollo de los capítulos como en los personajes que aparecen, principales y secundarios, aunque sin llegar al carisma y la personalidad de los de la otra serie, sobretodo el protagonista.

Quizá las historias que se nos cuentan en cada capítulo son demasiado predecibles, con unos desarrollos muy parecidos entre sí y los casos a medida que pasa el capítulo van quedando en segundo plano hasta llegar a una solución final muy corrida. De todas formas la serie es entretenida, resulta ligera de ver y si te saltas algún capítulo tampoco pierdes nada.