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Críticas de Sirah Wiedemann
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Críticas 37
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
10
16 de agosto de 2013
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Berlín, una de las ciudades europeas más multiculturales del momento. Decadente, capitalista, vanguardista, comunista, destruida y reconstruida, en permanente reinvención. Ciudad testigo de los vaivenes del siglo XX. Escenario dónde se iniciaron las dos Guerras Mundiales y epicentro de la Guerra Fría. Ciudad que se vio obligada a pagar un alto precio cuando un día de agosto de hace cincuenta y dos años se levantó un muro que separó familias, esperanzas y sueños. Un muro que sobrecogió al mundo durante 28 años. El Muro de la Vergüenza.

Corre el año 1984, el Muro permanece impasible como un claro símbolo de la división de la RFA (República Federal Alemana) y la RDA (República Democrática Alemana). Todavía no se aprecian signos visibles de la decadencia en la que se vería inmerso el organigrama de la RDA tras la llegada al poder de Gorbachov, si bien se perciben muestras de malestar y críticas, a menudo por vías extraoficiales y provistas de toda clase de artimañas con el fin de exponer en Occidente el ambiente asfixiante que existía en Berlín Oriental. Como casi siempre ocurre en todo Régimen impuesto, la censura comienza fijando su vista en los intelectuales. Y en esta película, las papeletas le tocan al escritor Georg Dreyman y a su pareja, la actriz Christa-Maria Sieland. El capitán Wiesler, eficiente agente de la Stasi (la Policía Secreta del Estado) es el encargado de la operación denominada “Lazslo”. Lo que no sospecha Wiesler es que esta tarea lo llevará por derroteros insospechados. Todo apunta a que el escritor que va a ser espiado es el único intelectual realmente fiel al Estado, pero tras visionar en escena una de sus obras de teatro hay quienes creen que sería conveniente espiarlo por “si acaso”. Los motivos de dicha decisión son de diversa índole, por supuesto, y vienen a confirmar la sospecha de que la naturaleza de algunos seres humanos a menudo es corrompida por el poder, ya esté disfrazado de socialismo, capitalismo, fascismo o cualquier otro tipo de organización sociopolítica. Pero dicha película también habla de cómo a veces quienes creían tener su vida controlada pueden encontrar en un momento inesperado un atisbo de duda que los conduce a comportarse de manera realmente altruista. Si, altruismo, pero no del que algunos definen como portarse bien con otros sin más, sino que me refiero al altruismo que consiste en ayudar a alguien a sabiendas de que el apoyo que das probablemente te perjudicará.

Respecto a la ambientación de la película solo puedo decir que es fabulosa. Siempre he imaginado que Berlín en aquellos años sería como se muestra en esta producción. Esa fotografía decadente y gris, que nos muestra unas calles y unos personajes invadidos por el miedo, con la única idea de pasar desapercibidos. Pues llamar la atención era sinónimo de problemas. No me gustaría que esta crítica se interprete como un ataque total contra el sistema económico que propugnaba la RDA, mis intenciones van por otro sitio y critican otros aspectos de aquel Estado. No siempre el fin debe justificar los medios. Una sentencia que data de hace muchos siglos pero que muchos defienden en los días que vivimos. Esto pasa y pasará, sea cual sea el Sistema. Siempre he creído en ello. Volviendo otra vez a la historia, también he de decir que la recreación del organigrama de la Stasi está muy lograda, las extorsiones, los vecinos, amigos y familiares que se convertían en espías. Muchas veces obligados. Las estadísticas dicen que uno de cada cincuenta adultos de Berlín Este fueron colaboradores de la Stasi. Un dato aterrador. No es de extrañar que tras la caída del Muro algunos ciudadanos dudasen a la hora de acercarse a ver los archivos, más que nada por miedo a descubrir quién de su círculo cercano lo había vigilado, delatado y puede que hasta destruido humanamente. A nivel personal no puedo imaginar lo que debe significar haber vivido con ello.

Una película dura pero conmovedora al mismo tiempo, que trata de acercarnos al pasado cercano de una ciudad que merece la pena conocer. El “despertar” que brinda Berlín a quien se adentra en sus calles y su Historia es difícilmente igualable.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Sirah Wiedemann
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True (C)
Cortometraje
Alemania2004
7,1
2.697
9
27 de julio de 2013
12 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Como una bocanada de aire que te devuelve la vida en el que iba a ser el último aliento. Como el éxtasis que llega al ganar una carrera. Como aquel momento dónde todo se torna nítido por primera vez y contemplas tu propia imagen en el mundo. Lentamente sientes cómo se aproximan las huellas de aquel que cree en ti y te empuja a seguir el camino que debes andar para encontrarte contigo mismo. Y entonces ocurre, has experimentado por primera vez el sentimiento más imperfecto: el amor por alguien, esa conexión a la otra persona que te comprende tal cual eres y sin la cual crees que nada tendría sentido, convirtiéndose el mundo en un lugar más desolado de no existir ella.

Es difícil expresar con palabras lo que me transmite este cortometraje, porque dice tanto en tan poco tiempo...Condensa un montón de sensaciones, fácilmente experimentadas por cualquier persona. Tom Tykwer confecciona un cortometraje que es puro placer visual, un relato magnético dónde las palabras y melodía elaboran un lenguaje especial que viaja a la retina del espectador, invadiendo a éste y propagándose por su cuerpo como si se tratase de impulsos eléctricos. Una experiencia increíble, única, fugaz, mágica. Y ante todo, necesaria.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Sirah Wiedemann
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8
26 de julio de 2013
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me introduzco en la obra de Spike Jonze con este mediometraje, por lo tanto no puedo unirme a la mayoría de los que ya conocían la forma de narrar y hacer cine del original director. Debo decir que la sensibilidad y la poesía hecha imagen que desprende esta historia me han transmitido mucho, y han hecho que sienta curiosidad por ver Dónde viven los monstruos, película que no había atraído hasta ahora mi atención.

Al inicio nos muestran un sensible robot sumergido en un mundo gris, decadente y lleno de tristeza, dónde humanos y robots viven en aparente armonía. Su vida dará un giro al aparecer en escena un alma dulce y soñadora que aviva todo lo bueno del joven (con voz de un Andrew Garfield que destila ternura). Una historia de amor diferente enmarcada en un contexto atípico pero que esconde una crítica social hacia la intolerancia, egoísmo y apatía que habitan en muchos rincones de la sociedad actual. Una delicia para el espíritu y la imaginación.

En definitiva, a mí y a mi hermano nos ha encantado, y por lo que he leído, espero transportarme al mundo creativo de Jonze si me atrevo a visionar otras de sus películas.
Sirah Wiedemann
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8
26 de julio de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
París. La ciudad del arte, de las Luces, de los enamorados. Ciudad que invita al amor y a sentirse vivo, cuna de inspiración de antiguos poetas, pintores, artistas…A los que hoy estamos para verlo…Y a los que vendrán.

Esta película, cuyo eje vertebrador lo conforman 18 piezas (in)dependientes, homenajea a la ciudad de las Luces a través de la mirada de múltiples personajes y momentos de sus vidas. Los romanos fundaron una villa a orillas del Sena sin saber la repercusión que tendría esa ciudad en la Historia. El París de hoy día no solo alberga almas humanas que se enamoran, sino que sufren, penan, conocen, se desesperan, pierden, ganan o creen ganar, luchan, se reinventan, descubren, y ante todo, continúan para poder seguir descubriendo el placer de la vida mientras la eterna ciudad iluminada los observa y acompaña. Un conjunto de relatos fabulosos que aportan magia, ganas de creer y que reflejan que el París de nuestros días está más vivo que nunca.

-Bruno Podalydès, gracias por confirmar la idea de que el despertar al amor no entiende de edades y por hacer palpable la necesidad de tal sentimiento.

-Gurinder Chadha aporta una visión cosmopolita del corazón de Francia, y su relato invita a la tolerancia al tiempo que alaba la importancia de la diversidad en un mundo cada vez más cambiante.

-Gus Van Sant, con su inconfundible sello, nos introduce en un mundo dónde los sueños se entremezclan con las obligaciones laborales. Y si de por sí esto es difícil ¡menudo mérito tiene comprender el idioma del corazón más que el de la civilización!

-Joel & Ethan Cohen ponen frente a la cámara a un siempre versátil Steve Buscemi, quién descubre que hay vida más allá del París de las postales y la Mona Lisa pero que ¡no se debe pecar de ingenuo!

-Walter Salles y Daniella Thomas muestran el lado cruel de la vida al que algunas personas deben enfrentarse para sobrevivir. Una perpetua incongruencia tras la cual se esconde el más genuino amor.

-Christopher Doyle regala una historia sencilla pero con un envoltorio algo estrambótico, a mi parecer. Aunque el espectador se pueda perder en algún momento ¡la sonrisa está asegurada con alguna que otra ocurrencia asiática!

-Isabel Coixet nos devuelve al mundo terrenal y pone al espectador en la tesitura del personaje, que se enfrenta a un momento que sin duda marcará su existencia. ¡Otra vez alguien toma como referencia un abrigo rojo para transmitir desesperanza, aunque en un tono distinto, claro está!

-Nobuhiro Suwa teje una pieza dramática sin igual, con una Juliette Binoche debatiéndose entre el mundo onírico y el real a causa de un inmenso dolor. Una de las que más me ha transmitido, sin duda.

Sigo en el spoiler sin desvelar detalles trascendentales.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Sirah Wiedemann
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5
12 de junio de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me duele darle la puntuación que le he puesto. Y no solo porque esperaba más de esta película y que hiciera honor a la historia en que se basa, sino también por las benevolentes críticas de unas amigas con las que suelo coincidir en bastantes gustos. Pero si soy honesta debo aclarar todos los por qués.

La primera parte de la película me ha chirriado bastante, hasta rozar lo grotesco en algunos aspectos, pero no quiero ser injusta y debo admitir que en la última media hora he vislumbrado algo del espíritu del que Franz Scott Fitzgerald dotó a su libro más reconocido. Sé que hay varias versiones y no puedo juzgar, primero porque no me gusta comparar y segundo porque no he visto nada más que la que me ocupa esta crítica. Pero entre sus defensores me encuentro con argumentos del tipo que era necesario contar esta historia a las nuevas generaciones y retratar el colorido y fastuoso mundo de los neoyorkinos años 20 con los adelantos visuales de los que goza el cine actual. Pues bien, no veía mal esta idea pero cual es mi sorpresa cuándo me encuentro con una de las escenas más esperpénticas que recuerdo del cine. Sí, me refiero a la fiesta dónde Nick descubre aspectos sórdidos de la vida del marido de su prima. No sé si seré yo, pero el director nos toma a todos los jóvenes por unos fiesteros amantes del reaggeton o se tomó algo antes de rodas esas escenas. ¿Tan mal suena el jazz como para que no le vaya a gustar a la gente o eche para atrás a la juventud? Si estamos en una película con ambientación en los años 20, al menos algo de realismo (aunque se ve que pedirle esto al director de Moulin Rouge es como esperar a que las ranas se vean obligadas a depilarse). Mi recomendación para Luhrmann es que la próxima vez, si la hubiera, visionase Some like it hot y la ambientación que hizo Billy Wilder de los años de La ley seca.

Dejando un poco de lado el tema meramente técnico, me centraré algo más en la historia. El libro de El gran Gatsby muestra el inevitable vaivén de unos personajes entre dos mundos, el primero fastuoso y hueco como un castillo de naipes y el segundo real, deprimente pero con sentimiento (no me extraña que el autor se sintiera necesitado de relatar los entresijos que hay en las relaciones sociales, y cómo a veces la condición humana viene determinada por nuestro entorno y dirige nuestro destino). Este último aspecto creo que si puede palparse en el lugar que subyace de manera sórdida en todo el decorado de la película, es decir, la zona obrera y mugrienta de la periferia neoyorkina. Lugar que entraña lo más soterrado de la humanidad, dónde algunos ricos acostumbraban a tomar aquello que creían suyo, demostrando una vez más la razón que tiene una de las sentencias del libro sobre el mundo de los poderosos. Lugar que sirve a su vez de nexo de unión entre el mundo alocado de Nueva York, con sus fiestas, y la bahía de Long Island dónde un hombre abandonado a sus sueños renuncia a su propia persona con el fin de conseguir aquello que más anhela. Un anhelo convertido en sueño que se aproxima a la realidad, pero que en su cercanía a la victoria nos muestra a los demás por qué hay sueños que no deberían querer materializarse. ¿Por qué? Pues porque el dulce olor que desprende una flor puede saber a almendras amargas si nos arriesgamos a ir contracorriente. El pasado es importante y ha contribuido a ser cómo somos, pero tal y como dice le dice Nick a Gatsby, el pasado no puede repetirse. Y está claro que Gatsby está enquistado en una nube con la que se topó hace cinco años.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Sirah Wiedemann
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