El realismo impregna toda la película de forma deliberada y hasta un poco falsa. Lo que pasa en la vida de los personajes lo vemos como arrancado de la normalidad que aplasta el resto. Nada parece tener mucho sentido mientras nosotros miramos desde fuera y nos vemos a nosotros en mil detalles.

Si no fuera porque el director aleja al espectador para convertirlo en un simple mirón, estaríamos demasiado cerca para poder vernos en este espejo. O tal vez es por esto que se aleja el espectador, pero no se va muy lejos y se queda agazapado detrás de la cómoda mirando sin hacer un ruido y sin pestañear hasta el final.