Demasiado a menudo se utiliza la equidistancia como sinónimo de prudencia, seriedad y buen hacer en general. Personalmente siempre he pensado que más bien es el camino fácil hacia la indiferencia, la cobardia y la falta de compromiso, cosa que en esta película queda puesto de relieve.

Precisamente porque jugando a la equidistancia es donde "La sombra del reino" se mueve en el peligroso alambre ideológico que separa la neutralidad de la propaganda pro-yanqui más absoluta. El film oscila entre unos primeros minutos, quizás los más destacados del film, donde parece que asistiremos a un thriller político que explora el delicado entramado de las relaciones USA-Arabia Saudí-terrorismo, para después acabar derivando en una convencional película de acción cuyo argumento y desenlace sólo pueden calificarse de mediocres.

Además, el retrato de personajes y situaciones no dejan de ser una sucesión de tópicos repetitivos muy del gusto hollywoodiense pero que a estas alturas ya repatean por su previsibilidad y falta de originalidad.

Tampoco aportan mucho sus interpretaciones. A pesar de que el elenco es bueno y no hay ningún desastre interpretativo uno tiene la sensación de estar viendo una serie de personajes que no despiertan ningún interés y que resultan muy planos en cuanto a sentimientos y emociones. Especialmente significativo es el caso de Chris Cooper y de Jamie Foxx, que aunque correctos, parece que llevan un tiempo especializados en realizar una y otra vez el mismo papel.

A pesar de todo esto, la película juega con dos bazas que la hacen sorprendemente aceptable.
Por un lado su estética visual, donde la mano de Michael Mann como productor se hace más que patente,y por otro que las escenas de acción están muy bien rodadas, dotándolas de vigor, realismo y crudeza, lo que confiere un aire de seriedad al conjunto.

Es una lástima pues, que esta película no se decantara claramente ni en su temática ni en su posicionamento ideológico. Quizás por miedo al compromiso, quizás por una voluntad de neutralidad, quién sabe. Lo que sí esta claro es que esta indefinición la condena al abismo de la mediocridad, cuando tenía visos y bases para convertirse, sino en un clásico, sí en un título que mereciera la pena recordar.

Lo mejor: Sus minutos iniciales.
Lo peor: Que busque expiar su cobardía ideológica con una escena final forzada.