Creo que todo se ha dicho acerca de la excelente actuación y la impactante transformación física de McConaughey y Leto. Ambos están monumentales, merecedores del Óscar y son la sustancia que infunde el éxito de Dallas Buyers Club. Por lo mismo, mi crítica ahonda en el magnífico contexto histórico que moldea la cinta, así como en el debate del rol de las farmacéuticas dentro del "negocio" del VIH/SIDA.

Y es que con pocas pinceladas el filme muestra el carácter sociocultural de la sociedad tejana de la década de los 80 y los prejuicios sociales establecidos en el marco de la aparición y difusión del VIH/SIDA en Estados Unidos. La homofobia, la discriminación hacia el seropositivo, el machismo, la promiscuidad y otros elementos, hacen de la película un buen testimonio de la época, reflejados, en su mayoría, por el complejo personaje interpretado por McConaughey.

La otra cuestión a destacar es la influencia de las compañías farmacéuticas en el tratamiento a los pacientes seropositivo. Tratándose de un filme basado en hechos reales, se deja entrever los intereses económicos en torno a la pandemia. La poca ética empresarial, las verdades y mentiras que aún giran respecto al tratamiento o cura del VIH/SIDA, y la incompetencia de los gobiernos, son algunos de los elementos del trasfondo.

La cinta presenta una estructura ya vista muchas veces en el cine estadounidense. La historia del clásico perdedor, del protagonista que toca fondo, que se derrumba, y que, de repente, se levanta para luchar por sus ideas o sus metas. Al parecer los estadounidenses tienen la manía de apologizar el triunfo de los perdedores y la caída de los famosos. Allá ellos.

Débil y aburrida la Garner. Incluso innecesaria en el desarrollo de la trama. Bien, muy bien (lo repito) McConaughey y Leto.