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Voto de Ismael Alzola:
9
Drama. Romance La relación de un director de cine y su novia es puesta a prueba cuando regresan a casa tras el estreno de su película y esperan las reacciones de los críticos.
11 de marzo de 2021
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una de las sorpresas de este principio de año comienza con una crisis de pareja, en la que se muestra la sensación de que ella se siente como un mero instrumento de éxito y vanagloria para él.

Le sigue el buen uso de la puesta en escena y la realización de unos planos que acentúan el drama, siendo capaz de relacionarse con la capacidad que se transmite al espectador para empatizar con los personajes. Lo que podemos apreciar del motor argumental es su retrato íntimo y completamente emotivo por demostrar no sólo la tensión agresiva y cargante de esos choques tan salidos de lo normal sino por la unión y el amor que conecta también en la pareja en todo momento.

El espacio-tan singular como directamente enganchable para ese barómetro de intensidad tan ambiguo-se complementa con el empleo de una música a la que también se le podría atribuir ese discurso por el que fluyen de modo más natural las emociones. Sam Levinson aprovecha su descarado nivel de fabricación artística del drama para sugerir una reflexión en el panorama cinematográfico actual, lo que incluye la concepción de la crítica y la nueva tendencia a buscar la corrección política en cualquier proyección. No se posiciona abiertamente en ninguna directriz axiomática, al espectador lo que le hace pensar del comportamiento del personaje de Washington es si quizás existan personas que no sean capaces de sentir que el crítico o el espectador es víctima de su tiempo.

Redoblarán las campanas durante unos breves cinco segundos y se preguntará alguien: ¿Qué motiva a un cineasta, a un artista? Sin embargo, la respuesta sólo es capaz de descubrirse a través de esos pequeños detalles que el espectador pueda llegar a sentir en el filme. Ya no solo son los amantes los dos polos opuestos que se atraen y se despegan para entregarse al misterio del amor.

La intención de Levinson no es sólo ejecutar un guion robusto y un argumento formidable capaz de sostenerse, sino que cada espectador mantenga la expectación y que sea atrevido para teorizar sus emociones encontradas. De esta forma, el ejercicio "extracinematográfico" se cumple, con la condición de que los elementos que engrandencen la estética de Levinson sean puntos calientes.

Los actores parecen invitar el elogio del público por pasar de estar contando una simple historia a transmitir una serie de percepciones que explican muchos sentimientos, las cuales se forman en el plot twist inesperado e increíble de un amante condenado a la tragedia de una barrera psicológica.

Sam Levinson refuerza la necesidad de lograr una recreación de la intimidad que nos permita entender y valorar a las personas que aparecen en nuestras vidas para quedarse. Al final sólo nos queda aprender como actuantes fuera de los focos, a saber que no muy lejos de nuestras cercanías hay un horizonte de posibilidades para fortalecer nuestras virtudes y corregir nuestros fracasos.
Ismael Alzola
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