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Voto de KlingonCome:
6
6,0
8.004
Thriller. Comedia
El detective Bruce Robertson (James McAvoy) es el detective de policía más maleducado, pervertido, misántropo y adicto a las drogas y al sexo de Edimburgo. A pesar de ello, Robertson quiere un ascenso. Claramente es la persona adecuada para el trabajo; el resto de sus colegas son idiotas. Desafortunadamente, ha habido un asesinato y el jefe de Bruce quiere resultados. No hay problema. Él está al mando y cuando resuelva el caso y consiga ... [+]
10 de agosto de 2020
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Un trasunto escocés del hispánico Torrente pero con una faceta dramática que intenta ofrecernos algo más que un despojo humano. Bruce Robertson es un policía corrupto, alcohólico, drogadicto, putero y cabrón. Y encima piensa que merece un ascenso, al parecer, para agradar a su enigmática esposa.
Aunque hay una trama de investigación criminal de fondo es apenas un pretexto para mostrarnos las diferentes facetas, a cual más repugnante, de nuestro antiheroe de turno. No hay vicio al que no se apunte ni aspecto humano deplorable al que no se adscriba. Tanto que al final parece un juguete prefabricado, un constructo artificial pergeñado para desagradar, aun a costa de perder verosimilitud. Demasiado exagerado para ser cierto.
McAvoy se luce en estos papeles, un actor al que la sobreactuación le sienta bien porque no parece que sobreactúe. La fase final en que se nos desvelan los entresijos de la personalidad de Robertson, por qué es como es, nos lanzan de cabeza al melodrama tras hora y media de drogas, vómitos, pajas y putaditas varias. Nos hemos divertido, sí, pero también llegamos algo confusos al colofón. Menos mal que la mala leche se mantiene hasta el último segundo.
Aunque hay una trama de investigación criminal de fondo es apenas un pretexto para mostrarnos las diferentes facetas, a cual más repugnante, de nuestro antiheroe de turno. No hay vicio al que no se apunte ni aspecto humano deplorable al que no se adscriba. Tanto que al final parece un juguete prefabricado, un constructo artificial pergeñado para desagradar, aun a costa de perder verosimilitud. Demasiado exagerado para ser cierto.
McAvoy se luce en estos papeles, un actor al que la sobreactuación le sienta bien porque no parece que sobreactúe. La fase final en que se nos desvelan los entresijos de la personalidad de Robertson, por qué es como es, nos lanzan de cabeza al melodrama tras hora y media de drogas, vómitos, pajas y putaditas varias. Nos hemos divertido, sí, pero también llegamos algo confusos al colofón. Menos mal que la mala leche se mantiene hasta el último segundo.