Qué malo es cuando la crítica hincha un film porque luego las decepciones son grandes. Un joven farero llega a una isla remota sustituyendo a otro, y el veterano compañero que le toca en suerte no parará de humillarle y menospreciarle hasta que aquel acabe hasta los huevos.

Con la sinopsis previa uno terminará concluyendo: vale, uno de los dos acaba como una regadera. Yo no se si eso es lo que pasa o estaban ya los dos perjudicados de la cabeza, pero el guión juega con esa tensión, con la presencia velada de un ente sobrenatural, con la dinámica de juventud osada vs veteranía sobrada... Todo ello con una notable fotografía en blanco y negro que le da tintes góticos, pero que no solo no acrecienta la angustia, sino que la amortigua.

Incluso podríamos hablar de cierta tensión homosexual con un punto de sadismo; la indefinición es tal que cualquier teoría podría ser válida a tenor de lo que se nos muestra. Y entre tanto discurrir, la película termina y uno casi lo agradece. Qué mal.