Esta es de esas películas a las que el tópico "nada es lo que parece" se le ajusta como un guante. Un matrimonio maduro en crisis y con un hijo adolescente afronta sus problemas mientras un misterioso secuestrador atemoriza a los lugareños.

Podríamos decir que la película se divide en tres. Las dos primeras son la misma pero vista desde dos puntos de vista diametralmente opuestos y aportando información distinta. La tercera vendría a ser la que completan esas dos mitades una vez ensambladas, conformando un todo que solo tras su visionado cobra cuerpo. Es difícil contar nada sin desvelar elementos esenciales de la trama ni pasajes que es necesario que el espectador descubra por sí sólo. Pero más vale ir preparado para los giros de guión y para cuestionar la asignación de roles del cine comercial habitual.

Aunque esta estructura narrativa pueda descolocar al principio lo cierto es que al final le encontramos sentido. Otra cosa es que nos agrade el armatoste argumental pergeñado, pero eso ya es cuestión de gustos. Si se dejan llevar y se olvidan de prejuicios es una propuesta de lo más estimulante.