Thriller psicológico que no acongoja tanto como debería aunque tiene sus momentos. A poco de enterarse de que está embarazada, Charlotte pierde a su pareja, cuya madre es tremendamente posesiva. Enclaustrada en la mansión de aquella para preservar su embarazo tras el trauma, pronto se sentirá prisionera.

La cinematrografía es de notable, con una puesta en escena muy buena y unos valores de producción más que sobrios. Está diseñada para que la narración se vaya haciendio progresivamente malrrollera, cosa que solo consigue en parte. Ese crescendo tarda bastante en arrancar y tras hacerlo no alcanza los picos de tensión que uno estaba esperando. No obstante, las actuaciones cumplen muy bien y contribuyen a que no perdamos interés.

Se juega al tradicional juego de hacernos dudar de si las cosas son como parecen o dentro de la cabeza de Charlotte hay algo que no anda bien. Decepciona un poco en ese aspecto ya que es un recurso muy explotado en películas de similar palo. Supongo que los personajes de la suegra y el hijo adoptivo están dibujados de tal forma que hacía falta algo para sostener la trama sin que a la media hora ya no hubiera el menor misterio. Es una lástima, porque aunque aprecio el intento, y este tipo de cine es de mis favoritos, no me ha conseguido tener el corazón en un puño, que es lo que demandaba.