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Voto de KlingonCome:
5
Terror Desde tiempos inmemoriales, los proyectos residenciales del barrio de Cabrini Green en Chicago se han visto amenazados por la historia de un supuesto asesino en serie con un gancho por mano al que se invoca fácilmente repitiendo su nombre cinco veces frente a un espejo. Hoy, una década después de que la última torre de Cabrini fuese derruída, el artista visual Anthony McCoy (Yahya Abdul-Mateen) y su novia Brianna Cartwright (Teyonah ... [+]
22 de septiembre de 2021
1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pensaba que era un remake pero no, es una secuela tardía de una saga iniciada en ese pequeño filme noventero que, inexplicablemente, cultiva una fiel base de fans, quizá más en torno al original literario de Clive Barker. En la época actual nos encontramos con un artista que toma contacto con la leyenda de Candyman, empieza a juguetear con la invocación hasta que este toma forma y empieza a hacer de las suyas.

No puede decirse que este nuevo filme aporte gran cosa al universo Candyman, ya de por sí parco y con poco que aportar al cine de terror. Un fantasma que aparece bajo la estúpida manera de decir su nombre cinco veces frente al espejo. ¿Y por qué cinco? ¿Cuál es el origen de esa invocación? Algo tan aleatorio, imaginativamente pobre e inane como el propio personaje, que carece de todo trasfondo y no es más que un psicópata que mata sin más, sin importar que el invocante lo merezca o no.

Hasta que llega Jordan Peele y le dota de un aura de leyenda urbana con base racial, algo que no es que se le de bien, es que parece que es lo único que sabe hacer. El origen racista del nacimiento de Candyman ya se conoce desde su primera película, solo que ahora le acompañan toda una suerte de eventos ocurridos de unos años para acá en la vida real y que han puesto la problemática racial muy en primer plano en los USA. Eventos reales pero también de ficción, como las propias películas de Peele, y otras ajenas como "Antebellum" (2020) y series como "Them", de este mismo año. Hablar sobre el racismo está de moda y tiene público. Por mí bien, no me siento en absoluto aludido.

El problema de Candyman 2021 es otro. Se nota desde el primer minuto su condición de cine comercial. Nos hablan de la marginación social, pero lo hacen en boca de unos personajes que se mueven en el elitista círculo del arte y que viven en amplios apartamentos céntricos de una ciudad cosmopolita. Apenas vemos atisbos de esa marginalidad, que está en los diálogos pero no se nos muestra con toda su crudeza. Una película demasiado limpia en ese aspecto para tragarnos el mensaje. Tampoco las apariciones de Candyman son lo sucias que deberían, ejerciendo su violencia demasiadas veces fuera de plano. Siempre me pareció un personaje muy menor, y esta tardo secuela solo apuntala esa idea. Mejora las secuelas del original de 1992 en su pulcritud estética; y porque aquellas fueron malas de solemnidad. Pero este personaje es carne de serie B y no creo que merezca tanta atención.
KlingonCome
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