De lo que nadie duda es de que SENTIDO Y SENSIBILIDAD tiene dos claros méritos,sin duda dos grandes méritos: la fotografía, sutil, funcional, discreta; y la actuación, más allá de todo encomio.
Su inmenso talento. La sensibilidad- y en este caso se trata de un don sine qua non- del director para lograr esa dosis precisa de expresividad de los actores, así como su sentido común- nuevo sine qua non- para sacar partido de la flema británica de cada actor y, a la vez, de su comprensión profunda de su personaje, son elementos de inmenso valor artístico que Ang Lee supo manejar se diría que con magia.
La película fue casi íntegramente rodada en escenarios reales, mansiones vigiladas y protegidas por voluntarios. El equipo de filmación (un centenar de personas) tenía prohibido mover y siquiera tocar los muebles, con lo que esa aparente facilidad de movimiento de los actores y, cosa más fuera de lo común, de la cámara, de fácil no tuvo nada. Al contrario: fue una auténtica proeza.
(Mario Muchnik)