Lamentablísima comedia protagonizada por el pseudo-actor Adam Sandler, quien bien merecería por esta actuación el Oscar y hasta un Goya, todos ellos obviamente, por vía rectal.
A pesar de que estuve intentando emplear el tiempo en otros menesteres más menesterosos y de que recurrí a alterar mi estado de conciencia con todo tipo de sustancias que tenía al alcance, aún degusté, más de lo que hubiera querido, ésta obra cumbre del séptimo arte, la cual encarna algunos de los valores que más detesto en una película, ésto és: guión de telefilm, personajes estúpidos y arquetípicos, sensiblería barata y una gran dosis de moralina yanki de la peor especie.
Por si eso fuera poco, hemos de aguantar al protagonista más cretino que he visto en mucho tiempo, un tipo cuya conducta y actitud ante la vida no produce en el espectador más que verguenza ajena y las ganas de verlo algún día en la portada de un nuevo remake de Holocausto Cannibal.
No es que no la recomiende, es que voy advertir a todo aquel que tenga un mínimo de decencia que salga por patas ante semejante producto y a aquellos usuarios que la han puntuado con buena nota que vayan rápidamente a un hospital porque los daños cerebrales que provoca pueden ser irreversibles.
Huir.