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España España · Bartertown
Voto de Ulyses31:
6
Terror. Fantástico Christine es un Plymouth Fury de 1958 que salió de una cadena de montaje de automóviles de Detroit, pero no es un coche cualquiera. En el fondo de su chasis se aloja el mismísimo diablo, que alberga un deseo de venganza insaciable que hiela la sangre a cualquiera y destruye todo lo que encuentra en su camino. (FILMAFFINITY)
19 de diciembre de 2014
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antaño, era raro que el cine diera permiso a la maquinaria inanimada para dejar de serlo.

Por ejemplo, el interesante pero desaprovechado filme "La rebelión de las máquinas" de 1986, en aquel caso con Stephen King dirigiendo.
Y es que hasta la imparable locomotora de "El tren del infierno" era sólo una máquina avanzando ciegamente hacia la colisión, sin vida ni criterio alguno. Pero el caso de Christine es diferente. Confieso que tras unas décadas al volante, tengo cierta afición a los automóviles, y con el tiempo he comprobado en muchos de sus dueños una línea nítida que existe entre la amable afición y la abyecta obsesión enfermiza...

No existen coches dotados de una maligna vida propia. Pero sí existe gente idéntica a Arnie Cunningham, el protagonista de Christine. Los puedes encontrar a veces, en la carretera o en foros de internet: personas que gastan fortunas en mantener o restaurar automóviles de gentes y épocas ya muertas. Ultraconservadores retrógrados que idealizan ciegamente el pasado, tanto más cuanto más lejano esté en el tiempo y el espacio, enemigos relativamente confesos del progreso -en la medida que les convenga, jeje- que huyen hacia atrás mientras pasan la bayeta a sus viejas "reliquias" amorosamente, como si fueran los hijos que no han tenido, limpiando pulcramente hasta la menor manchita, indiferentes y hasta gozosos de que por contraste, sus tubos de escape arrojen de 10 a 50 veces más suciedad que un vehículo actual -el dato es hasta comedido, según las épocas tecnológicas que comparemos-; absurdos fanáticos que mirarían extraviadamente a quien sólo acariciara una aleta trasera de Su Amada, o que ignorarían a quien les diera un sensato consejo técnico al respecto, aunque fuera su padre.

Tal cual describe la película, anteponen su "clásico" a todo lo demás. Ese es el matiz, generalmente obvio...

No me extrañaría que Stephen King, como tantos escritores, se hubiese inspirado en ciertas experiencias cotidianas para escribir Christine. Ni el fútbol consigue generar ese furor propio del mundo del automóvil, en gran medida porque a diferencia del deporte rey, los coches son algo omnipresente.

Coches como Christine. Conducidos por personajes como Arnie Cunningham.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ulyses31
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