Desafortunada cinta con gran cantidad de sangre, en realidad muchísima. Incontable número de vísceras y órganos adornando la ropa y los suelos de este hospital diabólico. Y un grupo de personas con un gusto por descuartizar y experimentar con gente viva que pocas veces habrás visto antes. Una cosa que me sorprende es el nombre, que si bien evoca el abrir las entrañas a una persona, no parece encajar en una cinta donde a todos las personas a las que ves trocear están perfectamente vivas. Probablemente sea porque no existe ninguna palabra para definir claramente lo que ocurre aquí.
El director tenía claro lo que buscaba. Conseguir una enfermiza película con tantas escenas sacadas de tono, tantas mutilaciones y otros tipos de actos grotescos, que fuera difícil superarla. En realidad lo consigue, pues los fragmentos donde ves a estos dementes juguetear con sus presas es detallado, claro e incómodo. Tal vez estés acostumbrado a ver gore, pero esta vez no tiene nada que ver con un bicho reventando por la acción fantástica de una escopeta recortada. Esta vez tiene mucho más que ver con un niño arrancándole las alas a una mosca, pero en vez de inofensivos insectos probado con personas. En general la impresión que tenemos al verlo todo según las pobres cobayas que son los jóvenes es de una crueldad inenarrable. Si bien esto parece que complacerá a los aficionados del género, es una realidad vista muchas veces antes, que una película no puede sostenerse solo a base de impactos visuales, si no hay detrás a un director que sepa dotarla de interés, que le de un ritmo firme. No es lo que tenemos aquí. Encontramos muchas idas y venidas de la protagonista por la misma escalera y los mismos pasillos, haciendo poco o nada interesante. Creo que enseñan cada rincón del complejo, y todo para no verla llegar a ningún sitio, solo a la siguiente cámara de los horrores. Claramente esta cinta adolece de buena planificación entre las escenas repulsivas. Estas, no son del todo malas, pero lo visto entre ellas es lento, monótono y aburrido hasta producir dolor en los ojos.
La interpretación es desigual, no esperas nada de los jóvenes actores implicados y tampoco lo obtienes fuera de interpretaciones planas y poco creíbles. A los veteranos se les ve curtidos y salen mejor parados de este envite, pero no gracias al material con el que cuentan. El director obvia la casi obligatoria retrospección de la vida de estos muchachos, volcándose en el sufrimiento recibido, pero provocando con ello que no nos interesemos demasiado por su suerte. El desaprovechar miserablemente a Robert Patrick, que si bien no es un actor de renombre tiene cierta calidad, con tan poco tiempo en pantalla y centrarse en estos actores noveles también muestra lo mal planificada que está la cinta. Este actor era un baluarte y explicar mejor su locura hubiera ayudado a mejorar la profundidad de su personaje y así la película.