La noche transcurre como siempre en un pequeño y perdido bar. Con los clientes habituales bebiendo y pasando un buen rato, cuando un tipo extraño y cubierto de sangre entra al establecimiento. Exhortando a todos que cierren el local de la mejor forma posible, para que nada pueda entrar. Pues una serie de hambrientos y extraños seres están atacando a las personas. Obviamente nadie cree una palabra de lo que dice hasta que ven a estos engendros haciendo de las suyas, entonces se arrepienten de no haber tomado en serio la advertencia.
Primera película de la franquicia Feast, con un argumento que puede recordar mucho a películas del género de terror como Evil dead, Dog soldiers o la segunda mitad de la película Abierto hasta el amanecer, mezclado con otras como Asalto al distrito 13. Los diálogos inteligentes y las habituales justificaciones rocambolescas del argumento son dejadas de lado aquí, pues solo servirían para distraer de lo que realmente es el punto fuerte de esta película. El uso de un grupo recluido de humanos como objetivo de caza por parte de algo desconocido, con una sed de sangre ilimitada, dientes y garras afiladas y una infinita determinación por exterminar a todos los que están refugiados en el bar.
El argumento está lejos de ser original, y no trata de añadir novedosos giros argumentales como hizo Dog soldiers, fuera de los típicos intentos de los atrapados tratanto de buscar el punto débil a estos seres y conseguir escapar vivo de esta demente situación. Aunque el punto de partida esté muy trillado, aprovechando su carácter menos comercial, tiene las manos libres para evitar enredarse con lo políticamente correcto. Pudiendo romper con normas establecidas, como marcar un héroe claro en la película. La verdad, sientes como va destrozando muchas de las típicas reglas de estas películas para así enriquecer y renovar lo que vemos. Además algunos de los personajes resultan graciosos sin ni siquiera intentarlo, como la mujer mayor o el orador especializado en motivación personal.
Sorprende ver que este es el segundo trabajo de John Gulager como director, y que prácticamente solo haya trabajado como tal en esta franquicia. Porque si hay que reconocerle algo, es saber combinar sangre, miembros cortados o desmembrados, con caras desencajadas por el miedo, chillidos, armas de fuego que aciertan o fallan y ese toque de humor que te permite relajarte y descargar tanta tensión. Estas escenas llenas de sangre han sido coreografiadas con tino y filmadas con gran detalle. Buscando el ángulo que nos permita ver con claridad el gore incluido. Son lo mejor que tiene que ofrecernos esta cinta. Desde el momento que aparecen los engendros malditos en escena, hasta su conclusión, la tensión será siempre palpable. Los envites llevarán a la gente hasta sus límites tanto físicos como psicológicos. El resultado dejará un buen sabor de boca, con ganas de ver el resto de las entregas.