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España España · Valencia
Voto de Carorpar:
6
Documental. Drama Los maestros de la tecnología han ideado una nueva forma de capitalismo, y la humanidad es ahora la materia prima de la que se alimentan las máquinas. Oculta, la poderosa inteligencia artificial que tiene como tarea captar nuestra atención está destruyendo las normas sociales impuestas, poniendo en riesgo la verdad y la democracia, y poniendo la civilización en un sendero programado que va directo a nuestra propia destrucción. (FILMAFFINITY) [+]
28 de enero de 2023
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Decido poner «El dilema de las redes sociales» a mis alumnos de Aplicaciones Básicas de Ofimática a fin de concienciarlos acerca de los peligros de éstas y, por qué no decirlo, para quemar un par de horas de clase también. Ni qué decir tiene que todos ellos sin excepción se han pasado desde el primer hasta el último minuto de metraje con las caras pegadas a las pantallas de sus móviles respectivos. Sólo he visto la película yo. QED.
Y no es que se trate de una cinta particularmente enjundiosa, puesta en imágenes, por ejemplo, del no por imprescindible menos denso «La era del capitalismo de la vigilancia» de Shoshana Zuboff —quien, por otra parte, hace un par de apariciones en el film que nos ocupa—; sino que estamos ante un producto típico de la retórica Netflix: tan dinámico y visualmente atractivo como superficial, si bien no todo lo leve con que la plataforma radicada en Los Gatos gusta de insultar a la inteligencia de un espectador razonablemente escolarizado, que ya es de agradecer. Y la reflexión que se plantea no dista mucho de la del mamotreto de Zuboff: vivimos a la vez en la utopía y la distopía, porque, tal como ha sucedido con buena parte de los hallazgos del ingenio humano, el de Internet y las RRSS nos facilita sobremanera el día a día y en paralelo conlleva un riesgo serio de autodestrucción.
«El dilema de las redes sociales» —el «The Social Dilemma» original pierde la mitad de su dramática carga semántica en su traslación al castellano— se estructura en tres líneas narrativas. La típicamente documental combina imágenes de archivo y testimonios de expertos y, lo que es más importante —y turbador—, de gente que está, o estuvo, en el ajo. Tenemos asimismo dos dramatizaciones, la de la familia americana socavada por al (ab) uso de las redes sociales y otra con una estética de ciencia ficción que no acaba de convencerme. El ex «Mad Men» (ídem, 2007-2015) Vincent Kartheiser merece papeles de mayor calado, o no encasillarse en el de villano de opereta.
En fin, me ha parecido leerle a algún crítico a sueldo que, tras ver «El dilema de las redes sociales», siente uno la necesidad imperiosa de cortar por lo sano y deshacerse de cuantas RRSS y aplicaciones venga utilizando. A estas alturas, me parece una solución poco menos que imposible, una fantasía neo-ludita absolutamente fuera de la realidad —sin ir más lejos, el Ministerio de Educación me obliga a pasar lista y poner las notas online—. Ahora bien, sí está en nuestras manos poner un poco de sentido común en el modo en que convivimos con las nuevas tecnologías, usando Mozilla en lugar de Chrome, rechazando las cookies y desactivando las notificaciones. Eso, para empezar.
Carorpar
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