"¿Puedo llevarme a los periquitos? No han hecho daño a nadie", dice la niña.
Para mí esa es la clave de la película, independietemente que en realidad fuera agapornis y no periquitos. Lo que no me queda claro es qué pasará después del final de la película, porque no queda muy resuelto, lo que sí está claro es que tras esta obra maestra se han hecho tropecientas películas de insectos, arañas, y toda clase de animales, en principio inofensivos, pero que en susodichas películas y, extrañamente, se vuelven locos y arremeten de mortalidad contra las personas. Eso sí, las razones de los pájaros se intuyen más nobles que las de las avispas o cualquier clase de especie animal que se haya utilizado para rodar este tipo de películas. Más allá de la causas particulares que llevan a atacar a los pájaros, la película es muy buena porque engancha desde el primer minuto por su atmósfera y por la muy bien llevada historia de amor entre los dos protagonistas (ex-novia incluida), y el trío "edípico" que conforman con la madre. Como no, también había que incluir el elemento infantil para contraponer la ternura a tanta crueldad "pajaril". Me da la sensación de que al final los pájaros no logran su objetivo, y eso resulta un tanto inquietante y desalentador, o lo que es lo mismo, Hitchcockiano.