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España España · Zaragoza
Voto de Juan Solo:
8
Drama. Comedia Mike (John Moulder-Brown), un joven de 15 años de clase baja, consigue un modesto empleo cuidando los baños de una piscina pública de los suburbios de Londres. Allí se obsesiona con Susan (Jane Asher), una atractiva joven que trabaja en el mismo lugar como asistente. Aunque Susan está comprometida, Mike empieza a hacer todo lo que está a su alcance para sabotear su relación y quedarse con la chica. (FILMAFFINITY)
14 de marzo de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
No a todas películas les sienta igual el paso del tiempo, y más si se trata de productos tan coyunturales y tan hijos de su época como “Zona profunda”. De entrada, hay que celebrar que, a pesar de todos los inconvenientes, la propuesta del polifacético Skolimowski haya sabido envejecer tan bien y con la dignidad suficiente para ser considerada hoy en día eso que se llama un clásico de culto. Y es que por lo visto estamos ante una cinta que a punto estuvo de convertirse en maldita. En su estreno, los señores críticos se hicieron cargo ya del pequeño maremoto que provocó la película, se deshicieron en elogios hacia ella, y pusieron encima de la mesa los nombres de Godard y Truffaut como referentes principales. No es de extrañar, pues la obra se enmarca dentro de la corriente de los denominados nuevos cines europeos cuya matriz común es la francesa nueva ola. Después, todo el mundo se olvidó de ella; parece ser que quien la rescató finalmente fue un tipo tan poco sospechoso de casarse nunca con nadie como David Lynch que años más tarde comenzó a hablar maravillas de la cinta, y propició que de nuevo se volviese a poner el foco sobre ella.

También hay que reconocer que los cambios que operan en el panorama sociocultural de la época tanto a este como al otro lado del Atlántico, la fascinante transición de los sesenta a los setenta, contribuyen a la aparición de un tipo de cine más audaz, vanguardista, y hasta a veces con un punto provocador. Con esa misma audacia, Skolimowki va más allá de presentarnos el particular despertar sexual de su protagonista, un chaval de quince años que empieza a trabajar en unos baños públicos con las hormonas a tope y la mirada puesta en su compañera de curro, y se dedica a desmenuzar los usos y costumbres en esa misma materia, la sexual, de toda una sociedad. A lo largo del film, vemos desfilar una impagable galería de personajes a cual más curioso y friki, desnudándose, nunca mejor dicho, y sacando a la luz sus miedos, sus tabúes y sus represiones de cintura para abajo. Sus hipocresías también. A fin de cuentas, ningún sitio mejor para ponerse a hablar de sexo -con toda la naturalidad del mundo además- que una piscina y unos vestuarios que ejercen no sólo como microcosmos sino también como marco para una historia de amor – que no se olvide que en el fondo la película es eso- divertida, bella y finalmente también trágica.

Por último, otro de los grandes aciertos de la película es haber sabido capturar el ambiente del Londres de finales de los sesenta a través de un esmerado trabajo de puesta en escena que reproduce de manera magistral ese clima de libertad y creatividad que se respiraba en la época en barrios como el Soho. Es ese trabajado cuidado estético que tanto maravilló a Lynch el que termina otorgando su verdadera carta de naturaleza a la cinta, una obra que se debate entre los colores chillones del pop y la mirada más o menos oscura de la sicodelia.
Juan Solo
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