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Voto de José Antonio (El Abuelo):
7
Terror. Thriller Jacobo, un joven escultor, vuelve a su ciudad natal después de 20 años de ausencia. La razón de su regreso es la delicada salud de su madre, hospitalizada en un psiquiátrico. Allí se reencuentra con personas casi olvidadas, que le ayudarán a enfrentarse a unos hechos de los que lleva media vida huyendo. Esto le llevará al centro de una pesadilla sin salida, en la que descubrirá algo terrible: es la pieza fundamental de un enigmático plan. (FILMAFFINITY) [+]
13 de agosto de 2007
17 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Xavier Villaverde, cuya más conocida película (Finisterre) fue recibida con cierta decepción, no ha echado precisamente el freno de la ambición en esta su siguiente obra y se ha enfrentado al reto de poner en pantalla una historia, adaptada de la novela del guionista Suso del Toro, que por fondo y forma no puede disimular su directo parentesco con la considerada por muchos teóricos como la mejor película (y, en todo caso, una de las más turbadoras e inquietantes) de la historia del cine: Vértigo, de Hitchcock. Y lo que es más sorprendente, en un contexto cinematográfico como el español, tan alejado del cine psicológico y fantástico, salir airoso del atrevimiento, y, para mayor abundamiento, sin que la textura del celuloide parezca otra cosa que cine español.

Basada en una estructura de típico thriller pasicológico con reminiscencias freudianas, la historia arranca con la recreación deliberadamente incompleta de un trágico oscuro suceso del pasado, cerrado en falso, que gravita inexorablemente a modo de trauma sobre el presente del personaje protagonista (Juan Diego Botto).

Densa y comedida, con precisos, lacónicos y sugerentes diálogos por parte de unos personajes que dicen más con sus silencios que con sus palabras, siguiendo la mejor tradición del cine español de calidad, la cinta no puede comenzar más prometedoramente. Pero es que, además, una ambientación tan delimitada e inquietante no impide que la historia, cuyos elementos se dosifican magistralmente, avance con funcionalidad, a la manera de una buena muestra de cine de género, focalizando su atención en un ingrediente de suspense muy concreto que va vertebrando la deriva psicológicamente enfermiza del protagonista, un Juan Diego Botto magnífico que borda su papel de individuo torturado e imprevisible, al que escolta con parecida brillantez Marta Etura, hacia la catarsis redentora final.

Pero el más difícil todavía es incluir con toda naturalidad en un metraje de esta naturaleza elementos explícitos de cine fantástico sin que no sólo no chirríe el resultado final, la intensidad de una película inquietante, sino que incluso plantee lecturas metafóricas que trascienden lo narrado, como el eterno conflicto entre la necesaria dependencia y la deseable independencia en las relaciones paterno-filiales y, en general, entre maestros y pupilos, entre el arte clásico y el derivado o, en definitiva, la dialéctica en el progreso de la civilización entre conservación y ruptura.
José Antonio (El Abuelo)
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