Hasta para ser una peli de acción veraniega es lamentable. Pasando por alto su guión patatero y unos personajes y actuaciones planos, las escenas de acción dan vergüenza ajena de lo completamente inverosímiles que resultan: la mejor, la secuencia en la que caen junto con la letra de un rótulo desde un piso 40, sin romperse una uña. Los dos protagonistas, con la edad mental de un niño de 15 años (citado de la película) liquidan sin despeinarse a un equipo de ex-militares de élite. Eso si, como toda producción de Michael Bay, los magníficos decorados son destruidos por las pertinentes explosiones, todo ello adornado de una fotografía preciosista y artificial a más no poder, y un montaje con rápidos (e innecesarios) cambios de plano, que intentan que no se note lo hueca y absurda que es.