La unión entre el director Ken Loach y el guionista Paul Laverty vuelve a resultar en una cinta de análisis y denuncia social, esta vez enfocado a las falsas promesas hacia los autónomos.

Ricky trabaja en una empresa de reparto, semejante a Amazon, Uber, Glovo o similares de reciente crecimiento, que compiten por tener el mejor precio. En consecuencia, los propietarios de estas compañías son extremadamente ricos a costa de la miseria de sus contratados, que están en régimen de socios pero trabajan como curritos, con la desventaja de que asumen muchos más riesgos: no tienen vacaciones ni bajas por enfermedad cubiertas y, prácticamente, no tienen tiempo para nada más.

Es el caso del matrimonio protagonista, que trabajan largas jornadas y se esfuerzan hasta la extenuación para llegar a fin de mes. Esto les impide la conciliación con la vida familiar, por lo que la casa se empieza a desmoronar al quedar desatendida, provocando un hondo sentimiento de impotencia en el espectador, que solo puede observar cómo las buenas intenciones de los protagonistas acaban en desastre debido a la injusticia de este tipo de trabajos.

Técnicamente no destaca en nada ya que la fotografía y la banda sonora no aportan novedad ni espectáculo. Sin embargo, el elenco llena la pantalla con sus actuaciones que, a pesar de ser noveles, encarnan casi a la perfección a unos personajes muy bien construidos en un guion inteligente.

En definitiva, Sorry we missed you es una película angustiante aunque necesaria, que expone la realidad laboral de manera efectiva y sin morbo añadido para atraer a más público. Con un gran director, guion y reparto, el film transmite la desesperación que sufren muchas personas actualmente por la mala gestión y los abusos que suponen algunos puestos de trabajo modernos.

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