Lástima del desenlace, de verdad. En esta película, John Wayne es más John Wayne que nunca. El “héroe” del film no sólo es un tipo duro, es también egoísta, autoritario y cruel. Y ello no se demuestra en el emocionante momento en que sentencia a su ahijado con un fulminante “te mataré”, sino ya desde el principio. El modo en que se apropia de tierras y ganado, y la forma en que dirige la expedición, reflejan un despotismo extremo e inmoral. Después de intentar imponer su santa voluntad incluso por encima de la vida de las personas, y consumadas mil salvajadas, la manera en que se resuelve el conflicto con el personaje de Montgomery Clift, con la consiguiente intervención femenina, es sencillamente patética. Quizá se deba a imposiciones de producción, pero todo queda “perdonado” de una manera inverosímil. Me gusta ver a John Wayne haciendo de sádico paranoico (nadie lo ha hecho mejor que él), pero su redención es aquí intragable. El guión y los diálogos de esta película son de lo peor que recuerdo de la filmografía de Hawks. Lástima, porque para mí esto lastra muchísimo mi consideración por esta película.