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España España · Barcelona
Voto de reporter:
7
Thriller. Acción Víctor, un carretillero de 17 años que trabaja en el Mercado 4 de Asunción, un mundo hostil y muy competitivo, necesita conseguir dinero. Recibe entonces una propuesta bastante insólita: transportar siete cajas cuyo contenido desconoce a cambio de 100 dólares. Con un teléfono móvil prestado Victor emprende el viaje. Debe cruzar tan solo ocho manzanas, pero las cosas se le van complicando durante el trayecto. Cuando se hace de noche, ... [+]
30 de abril de 2013
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde hace ya tiempo en San Sebastián viene tratándose con especial mimo -y con razón- la iniciativa / programa Cine en Construcción. Se trata, para no andar con demasiados rodeos, de detectar y posteriormente ayudar, claro, al talento que tal vez necesite un pequeño empujón para acabar de romper la cáscara. No por falta de voluntad o de capacidades propias, sino por factores externos, y por ello ajenos a su voluntad, que entorpecen un proceso de germinación que, siempre a entender de los expertos, merece ser culminado. El problema, o mejor dicho, la duda, como casi siempre en estos casos, es la que misma que surge en las fruterías. ''¿El melón que estoy a punto de comprar tiene una pinta cojonuda... pero quién me garantiza que cuando lo abra en casa se confirmarán las buenas sensaciones?'' Después de esta breve parada por el creador de metáforas baratas, y volviendo a nuestro caso: ''¿Por qué trabajo apuesto? ¿A qué película le doy mi apoyo si no he visto ninguna terminada?''

Es entonces cuando el buen olfato, el instinto afinado y otros sinónimos del azar piden entrada para decantar la balanza de un lado o del otro. En el caso que ahora nos concierne, y a pesar de que éste todavía anduviera cojo por estar falto de la siempre mágica posproducción, el Zinemaldia no debió precisar de demasiada suerte para darse cuenta de que con '7 Cajas' había encontrado puro oro... y lo había hecho en el lugar menos esperado. Un año después del hallazgo se produciría por fin la puesta de largo en la misma ciudad. Donostia estaba conociendo aquellos días una de las mejores ediciones en la historia de su prestigioso certamen. La Sección Oficial a Competición estaba funcionando a las mil maravillas... y Horizontes Latinos... y Nuevos Directores (sí, volvemos a hablar de melones).

En este último marco de euforia colectiva pero también de exigencia debido al altísimo nivel de los compañeros de faena, un cartel gigante de la película de marras se erigía imponente enfrente del complejo del Kursaal, luciendo mucho mejor que algunos que promocionaban películas con nombres de contrastadísimo prestigio. Cuando llegó el momento, dos directores subieron al escenario y se presentaron. Juan Carlos Maneglia y Tana Schémbori eran sus nombres, y a pesar de cuatro gatos adictos a los cortometrajes, el resto nos quedamos igual, googleando para nuestros adentros para ver si sonaba la campana. Obviamente no lo hizo, porqué tanto el primero como la segunda provienen de un país en el que, y siempre según sus propias declaraciones, la tradición cinematográfica brilla por su absoluta ausencia histórica.

Así pues, poco probable -dejémoslo así- era a priori el que una película de nacionalidad paraguaya fuera a convertirse en una de las sensaciones del festival. Poco probable era que se encontrara oro fílmico en esas latitudes, pero lo cierto es que, un año antes, Cine en Construcción lo halló. Se olió un éxito que se confirmaría en la citada Nuevos Directores. '7 Cajas' se descubre desde su primera secuencia (al más puro y rabioso estilo de Danny Boyle), en la que se nos sumerge de lleno en el emblemático Mercado 4 de Asunción, como un torrente de emociones fuertes al que es imposible oponer resistencia. En una jungla de tenderetes, chabolas y contenedores de todos los tipos donde se habla el para nosotros incomprensible yopará (dialecto fruto de la unión entre el castellano y el guaraní), un joven carretillero llamado Víctor sueña con tener un teléfono móvil y con salir en la televisión. Ambas fantasías adquieren repentinamente muchas probabilidades de materializarse, al recibir el muchacho el encargo de custodiar una misteriosa mercancía. El cebo: una elevada suma de dinero aguardando al final del trayecto. La trampa: unas cajas codiciadas por los individuos más peligrosos de la ciudad.

Policías, mafiosos, chanchulleros y jóvenes con un don especial para la supervivencia cruzan sus caminos en este sudoroso y trepidante (excelente trato del tiempo) thriller de estructura fractal. Acompañando a cada uno de los actores, una cámara inquieta, un sentido del humor deliciosamente negro y, claro está, toneladas de acción y tensión, muy bien llevadas por la pareja que mueve los hilos detrás de las cámaras. Cierto es que, por no querer apartarse nunca de la fórmula del non-stop de situaciones límite, algunas de ellas quedan insatisfactoria o ridículamente resueltas, pero si se sabe perdonar estos pequeños resbalones, queda el casi impecable balance general de un divertimento tan eficaz en la faceta de retratista social como, por supuesto, en la suministrador de adrenalina. ¿Y cuándo hay tiempo para respirar? Al final, cuando desfilan los títulos de crédito. Justo cuando el delirio se apoderó del Kursaal 2. Lo mejor (y con esto siempre hay que andarse con mucho ojo en este tipo de escenarios) es que la película no tuvo que ampararse en ningún momento en aquel peligroso sentimiento festivalero de ONG, condescendiente con los ''menos favorecidos''; con aquellos con dificultades para romper la cáscara.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
reporter
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