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Irlanda Irlanda · Dublin
Voto de daci:
1
Comedia Flipy es un adolescente canijo, pelín zoquete y en plena edad del pavo. De la noche a la mañana, su cuerpo pasa de ser el de un chaval de doce años a convertirse en “todo un hombre”, al menos en apariencia. Su nuevo aspecto le animará a seguir a Violeta, su amor platónico, hasta el campamento de verano donde es monitora. Jeremías, su mejor amigo, y Lorenzo, un especial niño burbuja, serán sus mejores aliados para conquistar a Violeta y ... [+]
23 de agosto de 2010
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Para que algo tenga gracia tiene que ser gracioso”. Esta frase, puesta en boca de Pablo Carbonell por los guionistas de Campamento Flipy, se erige en realidad en un peligroso boomerang que resume a la perfección la sensación que deja esta cinta. Porque, cómo decirlo… si lo que se pretendía era promocionar las aventuras de Enjuto Mojamuto en internet -se exhibe un breve anuncio previo al film-, no era necesario rodar esta película para acompañarlo. Tan sólo, ponerlo a continuación del genérico de apagar el móvil; así lo iba a ver más gente y todo.
Está claro que los (ir)responsables que han hecho Campamento Flipy no aspiraban a otro Ciudadano Kane; lo que no lo es tanto es la intención última para con el sufrido espectador de este desaguisado. ¿Vacilarle? ¿Que disfrutase de su festival del humor de caca-culo-pedo? Tampoco queda muy diáfano a qué tipo de público va dirigido, ya que para su espectro potencial -los treintañeros seguidores de Muchachada Nui- deviene lo mismo que para cualquier otro con ojos y orejas: una comedia sin gracia.
Precisamente, son los miembros de M. Nui los únicos que le ponen algo de carne al asunto, aunque se eche en falta a Joaquín Reyes para elevar el infantiloide nivel de risas. Y es que la película naufraga por completo en su intento de crear una versión cañí de films estilo Los incorregibles albóndigas, cuando en realidad está más cerca de Aterriza como puedas por sus detalles sin sentido o de los Farrelly por lo escatológica que resulta. La conexión entre secuencias para darle un mínimo de orden a la historia también deja bastante que desear, pero no pasa nada, ya que está la excusa de que procede de un cómic narrado a cachos por el émulo animado de Flipy -lo de animado es porque está dibujado, no porque llegue a tener chispa en ningún momento-. Donde sí hay solidez es para establecer que el largometraje está filmado en la bella Asturias, como no paran de repetir los personajes -260 mil € del ala les sacaron a los pobres asturianos por promocionar su principado-. Al final, el interés se reduce a ir adivinando de qué cinta se ha saqueado el siguiente gag: de La chaqueta metálica, El sargento de hierro, Apocalypse Now, Cuenta conmigo, etc.
Al menos es de justicia reconocer que, hasta que no se ruede el biopic del caganer de los belenes, Campamento Flipy ostentará un récord muy particular: el de película de la historia del cine en la que más veces sale alguien cagando -iba a poner haciendo de vientre, pero sería traicionar su espíritu-. No está mal, aunque, con un poco más de empeño, podría haber pasado a la posteridad por otras dos marcas: la de menos risas por hora para una comedia -lo impide paridas sueltas de Ernesto Sevilla-, y el de personaje más irritante que se haya puesto nunca delante de una cámara de 35 mm para el pequeño gran Flipy -el Ruby Rhod de Chris Tucker en El quinto elemento era muchísimo, pero muchísimo peor-. ¡Buff! Para qué habré dicho nada, ya me entran los sudores fríos al recordarlo…
daci
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