Ese es el constante giro que tiene la película. Me gusta, pero no. Quiero y no puedo. Tira y afloja. De ahí mi puntuación, casi aprobado pero suspenso.

Todo se centra en la llegada de la estrella de rock local, Pony, de nuevo al pueblo Burnfield. Un joven que siendo un pringado local está triunfando en el mundo de la música. De ahí que todos sus antiguos amigos, que son unos acabados sin ninguna aspiración real, se replanteen que hacer con sus vidas dándose más cuenta aún de lo fracasados que son.

Como mensaje sobre las inseguridades juveniles, está muy bien. De hecho cabe añadir la voluntad del protagonista, Jeff, que siempre que habla va andando en círculos. Intentando escapar de él, pero al mismo tiempo sin atreverse a salir de él. Una interesante metáfora. Pero la película no deja de ser un metraje de dos horas de duración en la que SÓÓÓLO hay diálogos. Diálogos desesperantes, con personajes desesperantes, con una pedantería y una pretenciosidad desesperante.

Intentan mostrarnos la profundidad de los mismos, pero no dejan de ser finalmente unos fracasados sin ninguna aspiración en su vida. De hecho, los personajes simples y absurdos son los que deciden abandonar Burnfield. Algo que proyecta que no triunfa quien lo merece, sino quien arriesga.

Demasiado larga, para algo tan obvio.