Tenía muchas ganas de ver esta película, ya que sinceramente me atría mucho ver la vida de un kamikaze palestino unas horas antes de que cumpla su misión destinada por Alá.
Los dos protagonistas tienen una vida normal (dentro de lo que cabe en un país en el que el sonido de las explosiones es tan habitual como el ladrido de un perro), y una tarde son avisados de que al día siguiente deben inmolarse en Tel-Aviv, con el único objetivo de producir el mayor número de víctimas israelís; el gran enemigo del pueblo palestino.
El guión resulta atrayente desde el principio. Se plantean claramente las dudas que invaden a los protagonistas durante esas horas; dudas tanto teológicas como políticas. Ambos se ven obligados a realizar una acción que quieren hacer, pero que en el fondo no saben realmente si tendrá el resultado que esperan, y si el realmente el matar a gente es la solución correcta para solucionar el problema.
Ambos jóvenes lucharán internamente por hacer lo correcto. ¿Pero qué es realmente lo correcto? Desde que eran niños se les ha inculcado que hay que matar a los infieles, y que si se inmolan alcanzarán el paraíso. El problema surge cuando tienen el explosivo pegado a su cuerpo. ¿Realmente merece la pena? ¿Realmente es cierto todo lo que les han dicho?
Esas dudas se plantearán durante toda la película, y los protagonistas irán variando de opinión sobre que es lo más correcto que deben hacer.
En fin, una película que impacta desde el principio por el brutal guión que tiene y donde se puede apreciar otra cara del terrorismo islámico.