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España España · Madrid
Voto de Alberto:
3
Ciencia ficción Fahrenheit 451 es la temperatura a la que arde el papel de los libros. En un futuro opresivo Guy Montag, un disciplinado bombero encargado de quemar los libros prohibidos por el gobierno, conoce a una revolucionaria maestra que se atreve a leer. Poco a poco Guy comenzará a tener dudas sobre su libertad intelectual, y sobre el precio que esta libertad tendría sobre su seguridad personal. (FILMAFFINITY)
4 de enero de 2012
23 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
La temperatura la dicta el tiempo y además, en el caso de las adaptaciones, el original adaptado. En ambos casos dos serios inconvenientes para que el celuloide de esta película escape de sus voraces llamas. Vaya por delante afirmar que Truffaut me parece un buen director, pero no por ello cabe rendirse a cualquier cosa o película que haga.

Sobre el paso del tiempo, si bien los decorados tienen cierta gracia al recordar los destellos de la moda sesentera, sin embargo incluso para la época resultan poco creíbles, demasiado acartonados y delatan la falta de medios pero también de imaginación para resolver la ambientación que propone el universo de Fahrenheit 451.

Sin embargo, el gran lastre de la película es la adaptación de la novela de Ray Bradbury que si levantara la cabeza acusaría a Truffaut de alta traición. Dicho sea de paso, el libro me parece fascinante y hoy día conserva su plena vigencia, resultando ser una retrato muy acertado de la sociedad actual en la que vivimos. No voy a entrar en el debate, absurdo por otra parte, sobre si las adaptaciones al cine de obras literarias son casi siempre inferiores porque hay muchos ejemplos que ponen en duda tal afirmación. De cualquier modo este no es el caso.

En una adaptación por muy libre que sea siempre tiene el reto de conservar la esencia de la obra, aquello que el original pretende trasmitir. Y Truffaut, no sabría decir si por intereses de producción o presiones comerciales, desnaturaliza la obra literaria.

Tan sólo anotar dos de las traiciones más destacadas, de las muchas que podrían enumerarse. La primera es con respecto al tratamiento que en la película se hace de Clarisse, pieza esencial para entender el espíritu de la novela. Si bien, la composición del personaje respeta su espíritu idealista, creativo y vitalista, excelentemente interpretado por la cautivadora Julie Christie, Truffaut decide divorciarse con respecto al desarrollo y evolución de Clarisse en la historia que propone R.Bradbury. Insisto en mi desconocimiento sobre las razones que llevaron a dicho divorcio pero el tratamiento final que el guión hace de Clarisse cambia totalmente el tono del relato.
La segunda traición, es que el final de la película nos ofrece una edulcorada versión al más puro estilo “Hollywood ending”, en ese feliz mundo paralelo de libros y educción, frente a la desoladora y brutal visión que la novela ofrece de la raza humana.

En cualquier caso si estas traiciones hubieran servido para dar mayor fuerza y vigor al relato, o al menos igualarlo que no sería poco, se hubiera ganado el indulto de las llamas. Pero tampoco es este el caso.

Que arda pues, que arda el celuloide.
Alberto
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