Con UFO asistimos a un verdadero desfile de, digamos, "curiosidades no efectivas". El grupejo principal arranca su presentación en una disco al ritmo de un frenesí desprolijo e histérico que nos acompañará durante toda la peli. Las cámaras se pasean: no conformes con planos angulares que mutan constantemente en nuevos planos improvisados, de pronto nos encandilan con planos secuencia que inician en un lugar y terminan en cualquier lado. Podría decirse que el apartado técnico de UFO es singular, pero dista un abismo de funcionar en el espectador más que como un conglomerado de excentricidades "freakies".

A decir verdad, esta obra tiene poco de ciencia ficción y mucho, pero mucho, de comedia guiñolesca en clave light. Los personajes son bufones, hasta los rudos y secos parecen salidos (o despedidos) de algún circo ambulante. Desconozco si la verborragia o la sobre actuación son buscadas, o tan solo un defecto más. Para el caso, no funcionan. Y que, por favor, esas cámaras paren de moverse. Van Damme intenta aportar el cambio de tono, la nota seria y dramática; pero para ese entonces la cosa se ha desbarrancado y la peli se observa como quien pretende descifrar una adivinanza.

La idea es sencilla: explicitar la bajeza humana en medio de un caos que jamás se plasma (una nave de fondo en medio de la histeria generalizada). El problema es que no hay densidad alguna, todo es poroso, fragmentado, vivencial solo para los involucrados en esa hecatombe que nunca llega a ser tal. Eso descontando un detalle esencial: ninguno de ellos parece experimentar el miedo real ante una invasión.