Descarnada, ruda, drástica, rudamente desnuda, cruelmente visceral, Secuestrados es una de las pelis más imposiblemente desasosegadoras de los últimos años. Hay en ella algo de Los extraños, algo de Funny Games, de Ils y de La última casa a la izquierda. Sólo que esta vez está filmada sin ningún tipo de floritura formal. Es una patada a los testículos, literalmente.

Un plano secuencia larguísimo nos dá un panorama general de la casa, luego de las idas y vueltas de la familia, luego de la llegada de los intrusos. Dadas así las cosas, el plano secuencia se transforma, dentro de esta peli, en todo un dispositivo de seguimiento practicamente sin interrupciones. El objetivo es dejar al espectador sin aliento, tenerlo atado a esa cámara móvil como un perro faldero.
El resultado es, por momentos, efectivo; por momentos, angustiante. Luego quedará por verse si el exceso formal del plano secuencia no le quita a la peli otros recursos posibles, pero ya sería otro cantar.
La secuencia del policía es impresionante, los actores...pues no quieres estar en su lugar. Es la primera vez en la que realmente no quería estar en ese lugar. Secuestrados es como una tragedia griega sin profundidad, sólo con visceralidad que es todo lo que necesita.

Si le puse un nueve es porque esa secuencia inicial despista mucho, es impactante cierto, pero no tiene relación directa (al margen de la situación) con lo que ocurrirá después. Cine español del bueno, Secuestrados hay que ir a verla al cine y salir de él como poseídos por un espíritu que mezcla la tristeza con el desconcierto.