Mi primera incursión en el mundo de Marchena, el resultado, una maceta en la cabeza desde un quinto piso, aproximadamente.

El Noti acostumbrado a sentenciar su ruso blanco, estampa un seis en un alarde de generosidad y apurando el canuto al máximo.

A los viente minutos de película mis testículos hacían el columpio en el sofá, el huevo izquierdo, concretamente, se permitía el lujo de emular a Carlos Pollero y espetaba "no me creo lo que observo y escucho".

Desafortunado esperpento de Marchena, en el que únicamente salvo los diez minutos finales, mal contada, mal estructurada y terriblemente aburrida con un Luis Fernández que hace lo que puede, incluso llega a ser agobiante con su mano cosida a la botella sin parar de finiquitar un cigarro tras otro, una auténtica chapuza que contiene secuencias rozando el bochorno mas absoluto.

Una merde, sí, del 73 además.

Se despide desde la Plaza elíptica.

Pepe Sancho con los ojos fuera de las órbitas contemplando la imponente corneta que asoma por el pantalón de Jose Luis Garci, que después de haber fulminado 49 botellas de viña tondonia, vuelve a demostrar el poderío del color púrpura tras su coloquio en qué glande es el cine, no si antes emitir una flatulencia aguda, a modo de soprano encandilando al respetable del metro en su totalidad.