Inmersos como estamos en una explosión de falta de ideas en el cine de los últimos años, donde nos bombardean con remakes, adaptaciones del comic y repeticiones de clichés cinematográficos mil veces vistos, pues nos llega algo distinto y fresco, y con Van Damme dentro del lote, para que queremos más. Ya desde el comienzo el director nos situa en la trama, haciendonos ponernos de la parte de Van Damme, que lo ha tenido todo y se ve en un momento chungo de su vida, tanto personal como artístico.
El director utiliza un color cercano al blanco y negro, no hay colores vivos y la cámara se mueve como si se tratara de un falso documental o un reality show, cosa que hace ver la historia como más real y cercana, y a la vez surrealista a veces, recordándonos en algunos momentos a la película de Al Pacino "Tarde de perros" y con una interpretación de Van Damme que demuestra que no solo sabe dar patadas, también sabe actuar, y deja aquí el rol de heroe de todas sus películas para embarcarse en el papel de persona humana, con sus miedos, padecimientos, tristezas y alegrías, y pese a quien pese, consigue salir indemne de la situación, logrando su mejor interpretación aunque sea de si mismo, con los toques de ficción necesarios para la historia, claro, y con unos personajes secundarios (sobre todo los atracadores) que se salen.
En definitiva, una película totalmente recomendable para los seguidores y no seguidores del belga de oro.