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España España · Málaga
Voto de JRBoxó:
7
Thriller. Drama Madrid, verano de 2011. Crisis económica, Movimiento 15-M y millón y medio de peregrinos que esperan la llegada del Papa conviven en un Madrid más caluroso, violento y caótico que nunca. En este contexto, los inspectores de policía Alfaro (Roberto Álamo) y Velarde (Antonio de la Torre) deben encontrar al que parece ser un asesino en serie cuanto antes y sin hacer ruido. Esta caza contrarreloj les hará darse cuenta de algo que nunca ... [+]
29 de octubre de 2016
8 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras su proyección en San Sebastián se podían escuchar comentarios favorables al sólido guión y dirección de Sorogoyen que conducía la genial actuación de Antonio de la Torre y Roberto Álamo, el uno, como un policía tartamudo e inhibido, el otro, como policía impulsivo y airado. Pero no estoy interesado en la búsqueda del asesino aunque entiendo que es el núcleo entretenido de la película. Mi reflexión se centra en el mensaje sobre las instituciones que se mantiene a lo largo de la película. La imagen de las instituciones (policía, justicia, gobierno, sanidad, familia, iglesia) se dibuja sobre un tópico de descalificación. Un fondo oscuro que aporta el contraste necesario para permitir el brillo de unas personalidades sombrías y desequilibradas, sin desarrollo ético y, por tanto, sin posibilidad de vida realizada que se esfuerzan en darse palos luchando contra el crimen. La idea de institución se caracteriza fundamentalmente por costumbres comunes que aseguren la pluralidad y el acuerdo sobre los derechos y la justicia. Por tanto tiene una naturaleza política y deben ser la expresión del poder en común distanciándose de la dominación. Los derechos no existen fuera de las instituciones. Los miembros de estas instituciones están obligados a ser realizadores de derechos que hasta entonces solo parecen expresiones lingüísticas de nobles aspiraciones morales por las que claman los heridos y menesterosos. Resulta inconcebible y contradictorio que los derechos estén en manos de los que no los viven ni creen en ellos sino que aceptan su profesión como un desafío contra los malos que quieren ser más listos o contra las enfermedades que pretender ser más letales que uno. Que un policía desprecie la ley y se salga de la ley para establecer la ley, que un político pisotee los derechos de los ciudadanos y quiera establecer nuevos derechos en las leyes, que un sanitario de un trato autoritario y negligente y aspire a mejorar la sanidad, o que un religioso abuse de los pobres y anuncie el Reino de los Cielos son manifestaciones corrientes dentro de las instituciones que las llegan a anular. El problema es que sin ellas se derrumba la posibilidad de convivencia humana. Que Dios nos perdone.
JRBoxó
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