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Que Dios nos perdone

Thriller. Drama Madrid, verano de 2011. Crisis económica, Movimiento 15-M y millón y medio de peregrinos que esperan la llegada del Papa conviven en un Madrid más caluroso, violento y caótico que nunca. En este contexto, los inspectores de policía Alfaro (Roberto Álamo) y Velarde (Antonio de la Torre) deben encontrar al que parece ser un asesino en serie cuanto antes y sin hacer ruido. Esta caza contrarreloj les hará darse cuenta de algo que nunca ... [+]
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Críticas 193
Críticas ordenadas por utilidad
23 de octubre de 2016
225 de 282 usuarios han encontrado esta crítica útil
Asesinos en serie, crueldad policial, miseria humana y social.
Suelen ser cosas derivadas unas de otras, pero casi siempre se sienten separadas cuando se ven en las noticias.
Uno no puede concebir que alguien asesine metódicamente por placer, no, "eso no pasa" (aquí en España). Tampoco tiene sentido que aquella anciana del tercer piso fuera golpeada hasta la muerte, fijo que tuvo un ataque o simplemente le llegó la hora.
Y qué asco los maderos tío, siempre dando por culo.

En 'Que Dios nos Perdone' todo eso está relacionado, por unos hilos tan finos que solo se percibirían si se viera todo el proceso desde fuera, como hace el espectador.
El de homicidios que hace tiempo tuvo una sanción por comportamiento y por eso ve los casos desde el cinismo más absoluto. El retraído tartamudo que se esfuerza en replicar las muertes para poder comprenderlas, y por eso se ha ganado el respeto/rechazo de todo el cuerpo. Los inevitables circos sociales que se montan para que el país quede bien, y que conllevan el ocultamiento de todo lo que pueda sonar a turbio, prohibido o sucio.
Es fácil repudiar el chiste cuñadil del principio que cuenta Javier Alfaro, el de homicidios, pero detrás de él se esconde una verdad atronadora, que busca salir a la luz a la mínima ocasión: que este es un país de cabrones, de cabreados, y de apariencias.

Pronto él se dará cuenta, al seguir la investigación de un asesino de ancianas junto con su compañero tartamudo Luis Velarde, y darse cuenta de que el peligro no radica en el asesino, sino en la enorme red de intereses que la rodean.
Sorogoyen no pierde la ocasión, como en toda buena investigación policíaca, de retratar la sociedad circundante, y hacerla indirectamente responsable de los triunfos del asesino: la JMJ del 2011 está cerca, y se deben celebrar los triunfos del amor y la convivencia, ni una palabra a los medios sobre el peligroso violador. Y dan verdaderos escalofríos ver imágenes televisivas de supuesta paz y amor alternadas con violencia y saña, como si fueran dos espectros inseparables que nos empeñamos ver solamente en su cara positiva.
Los mismos que habitan en Alfaro y Velarde, casi sin que ellos puedan evitarlo: la película juega, inconscientemente, levemente, con la posibilidad de que alguno de ellos, en sus violentos comportamientos y graves carencias emocionales, se haya podido transformar en algo muy parecido a lo que están buscando.
Probablemente no lo sean (unos grandísimos Antonio de la Torre y Roberto Álamo hacen valer cada rastro de amistad que se les nota), pero lo preocupante es la posibilidad que asoma.

La posibilidad de que cualquiera podría ser, no un asesino, sino alguien tan violento como un asesino.
La sensación de que poco se puede hacer por evitarlo.
La certeza de que son cuatro cosas las que les separan de vivir normalmente y ser la escoria que están buscando.

En dos horas, sutilmente, se desmorona el hombre de a pie y queda algo que no sabemos si somos.
Pero el gustazo no es que una película tan redonda se haya podido hacer en España, sino ese final respondiendo a la pregunta que no podemos evitar formular.
No, no hay perdón posible. Y lo que violentamente empieza, violentamente acaba.
Charles
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5 de noviembre de 2016
159 de 217 usuarios han encontrado esta crítica útil
Excelente thriller carpetovetónico. Su primera mitad – incluso su hora y media inicial – es modélica y recrea a un mundo violento, amenazador e inquietante. Pocas veces se ha retratado tan bien y de forma tan convincente el ambiente policial patrio, poblado de personajes extremos, trastornados y desasosegantes. Un clima enrarecido, y angustioso, una trama vibrante y sincopada, unos crímenes vergonzantes y atroces… todo parece fruto de una pesadilla patológica y brutal. El frenesí hace mella en la realidad hasta vaciarla de calma y consuelo. Lo imprevisible, lo sanguinario, lo desquiciado zahieren los cimientos de la convivencia e impiden el alivio de la serenidad o del amparo. La bestialidad no surge solo del conflicto retratado, sino que nace de unos personajes descerebrados, al borde del abismo.

Madrid como laberinto. Los habitantes de Madrid como víctimas y verdugos. La violencia como tarjeta de visita. Un irrespirable cercado de sudor y fango, de atrocidad y ahogo, un cenagal de hipocresía y fingimiento. El caos lo mancilla todo, tanto a los protectores de la ley y el orden como a los perjudicados por la aparición de un asesino en serie que se ensaña con viejecitas ingenuas y desvalidas que malviven entre añicos de esperanza, engullidas por los escombros de su vida y de su soledad. La compasión queda desterrada a los confines del infierno, nadie se preocupa por nada que no sea su propio provecho. Fuego fatuo inmisericorde. Te atrapa hasta escupirte. Ta repugna hasta la náusea. Te tritura hasta aniquilarte.

El tándem protagonista es pura escoria. Simpatizas con ellos porque persiguen el mal, porque albergan buenas intenciones bastardas, aunque no sepan cómo desprenderse de sus errores y flaquezas, aunque habiten una sociabilidad resentida e imperfecta. No te queda más remedio que confiar en sus habilidades y destrezas de sabueso resabiado para apresar al asesino. Necesitas creer que no estás a merced del odio y de la venganza, del horror y las fechorías. Un crimen sin castigo es una herida que se infecta y se gangrena, es una aberración cancerosa que solivianta el reposo e impide la reparación y la armonía. La crueldad no es patrimonio de la ignominia, sino que emponzoña todas las relaciones humanas con su abyección e indiferencia.

En el tramo final la cinta pierde fuelle y empaque, le sobra metraje y decae la tensión, pero vista en conjunto es una obra admirable, que acierta en la construcción de personajes, en la planificación de las escenas y con unos diálogos certeros y turbadores. Además cuenta con unas interpretaciones deslumbrantes, desde Antonio de la Torre, Roberto Álamo o Mónica López hasta el último comparsa. Muy recomendable.
antonalva
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2 de noviembre de 2016
152 de 252 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todo pintaba bien. Thriller policíaco situado en lo profundo de Madrid, con la visita del Papa de fondo y con el movimiento 15M presente. En medio, dos policías dispares persiguiendo a un asesino en serie.
Una película muy correcta, pero el problema es que estamos en 2016 y ya hemos visto demasiado y somos muy listos ("el público"). Si le abres las tripas a la película, no encuentras nada que realmente se salga de lo ya visto a estas alturas. Falla un poco el desarrollo de la trama a favor de unos personajes, eso sí, que están muy bien desarrollados.
Lo mejor: El inspector Alfaro (Roberto Álamo).
Lo peor: El desarrollo de la trama.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
El páramo
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16 de noviembre de 2016
78 de 118 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es una película valiente, muy ambiciosa, excesiva. Arriesga tanto que llega a ese punto en el que lo sublime y lo ridículo se tocan y casi no se diferencian. Pero la moneda cae de cara.
Es cine de género, con todo lo bueno del mejor policíaco norteamericano pasado por nuestra mirada "rabiosamente actual" (siempre quise escribir esta expresión) y española.
Es un espectáculo autoconsciente y ensimismado que solo remite a sí mismo, y ese es su acierto, que no requiere explicaciones exteriores ni contexto (lo hay y muy significativo, pero acaba resultando mero decorado, quizás como lejano ruido de fondo que señala una sorda desesperación, una carcoma insidiosa que cubre todo de un polvo de repugnante asfixia), que bebe de su propio veneno y se basta y se sobra solo.
Es gran estilo; fuerza, potencia, rotundidad (parece que estoy vendiendo un coche fabuloso, y más o menos). Se aprovechan todas las posibilidades; la música, los actores, la escritura, el espacio, la fotografía, para arropar una historia básica en su planteamiento y enorme en su pegada, que trasciende, crece y explota, explota mi corazón.
Es Roberto Álamo. Inmenso, colosal, tan brutal como sutil. Se come a bocados de verdad y grandeza cada trozo de cada fotograma, llena a su personaje de hondura, gracia crispada, humanidad y dolor. El resto ayuda, pero destacaría también a Pereira, buena creación, necesariamente excesiva. De la Torre cumple, repite un modelo que domina con solidez pero sin riesgo, el de la contención y el desarreglo ("Caníbal" o "Tarde para la ira", por ejemplo, personajes de parecidas características).
Es un argumento que alude al cine clásico, al de asesinos en serie más tradicional (pienso, por ejemplo, en "El cebo" de Vajda, por eso quizás contrasta su raíz argumental un tanto arcaica a estas alturas tan pasadas de vueltas con una forma radicalmente contemporánea de tonos fríos, sonidos fuertes y desolación permanente; solemnidad, desvarío y soledad sin referentes, seres perdidos en un mundo absurdo en su maldad sin centro ni motivo, espiral de horror, vórtice de corrupción insondable; se le podría rastrear la pista siguiendo a autores como Peckinpah, Mann, el de "Heat" especialmente, Fincher y sus catedrales "Seven" y "Zodiac", Nolan, el más primerizo, el de "Memento" o "Insomnio", Villeneve, con su "Sicario", Paul Thomas Anderson y "Embriagado de amor" o "Pozos de ambición", los Coen de "No es país para viejos" y seguro que muchos más que ahora no me acuerdo o no he visto, imposible), pegado al suelo del día a día de una investigación que acaba siendo una exploración del mal o, si nos ponemos más estupendos todavía, una radiografía desoladora del estado actual de cosas, entre la barbarie como espectáculo y la angustia como aire que nos ahoga imperceptible pero dolorosamente, hijos todos de, Jason no, Patrick Bateman.
Dos opuestos eternos: poli malo, poli bueno. El que se come el mundo a fuerza de puñetazos de desesperación y rabia, su vulnerabilidad y asco expresados a través de una violencia sin control ni medida; y el que casi no puede hablar, paralizado de miedo y desconcierto; el que vive hacia fuera y el que no puede salir de su armadura, atrapado. Podrían ser arquetipos, pero están lo suficientemente matizados para llegar más lejos. Son dos hombres desconectados, fuera de todo, ángeles caídos (en desgracia). Profesionales de verdad; honrados a su manera, uno temerario y el otro acobardado. Pecadores, uno por exceso y el otro por defecto. Idealistas a su modo extraño, mientras que los demás trabajan por dinero o como modo de ascenso social, ellos no, ellos lo perdieron todo por el camino y su oficio es lo único que les queda, tienen y quieren de verdad ya que están esencialmente solos, por mucho que puedan parecer acompañados.
Es cine español del bueno, del hermoso. Como "La isla mínima" o la ya citada más arriba "Tarde para la ira", todavía mejor, sería la hermana mayor de la de Arévalo, aquella era un cuento, esta es una novela. Todos estos jóvenes directores asumen las influencias, en su mayoría extranjeras, las asimilan con provecho y las regurgitan con gran arte imitativo.
Es un gozo denso, logrado, feliz.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Ferdydurke
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20 de noviembre de 2016
65 de 94 usuarios han encontrado esta crítica útil
Poco a añadir a lo que anteriores personas han opinado de la película, protagonizada por un par de actores carismáticos y en la que vemos grandes interpretaciones en general, y en la que destaca sobre todo un climax opresivo y asfixiante, sostenido por una banda sonora que le va como anillo al dedo. Aún así me extraña que le hayan dado un premio al mejor guión en San Sebastián, ya que tiene algunas lagunas y un final muy poco creible,es quizás lo más flojo de la película, lo argumento en la parte de los spoilers.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Jimbo
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