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Voto de Lafuente Estefanía:
7
Western Después de la Guerra de Secesión (1861-1865), George Custer se incorpora al Séptimo de Caballería y tiene una destacada participación en las Guerras Indias. Tras atacar por sorpresa un poblado en plena noche, sus hombres llevan a cabo una matanza. Reclamado en Washington para testificar, acusa de corrupción al Presidente Grant y, a pesar de su popularidad, es relevado de su cargo. Gracias al apoyo del general Sheridan regresa al Oeste, ... [+]
21 de julio de 2020
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El aspecto mítico y legendario del general George Amstrong Custer es lo que más nos ha llamado la atención de esta cinta. General con más de 60 cargas de Caballería en la guerra de Secesión, acabada la misma espera un destino, "¿Qué le hace falta a un general cuando ya no hacen falta generales?", le pregunta su superior Phillips Sheridan. Ninguno le resulta atractivo y se decanta por el sucio trabajo de "matar indios y robarles las tierras en el Oeste". Así de clara es la propuesta que finalmente acepta.
Lo demás es una digna relación del carácter de Custer, de su forma de entender la milicia y el combate. Que cada uno saque sus propias conclusiones. El relato destaca la subordinación de la guerra a los intereses políticos del momento, "Hay elecciones, es necesaria una victoria", también el papel de la esposa que, dentro siempre en un discreto segundo plano, en algunos momentos acierta con sus consejos.
Por deformación profesional nos llama la atención la "epidemia por ir contra los cheyennes", que se solía declarar en cuarteles y fuertes cuando se anunciaban las marchas, o la más objetiva "enfermedad del desierto" que hacía enloquecer a los soldados sedientos y cansados.
Otra curiosidad, la afición de los indios por castigar lanzando cuesta abajo carros con los imprudentes mineros atados a los asientos, como contempla Custer al poco de llegar al Oeste; o, como veremos ya hacia el final, dejando caer un vagón lleno de pasajeros del odiado ferrocarril por una pendiente muy pronunciada hasta precipitarse al vació en un puente en llamas.
Si con menos de 30 años Custer lucía ya estrellas de general y tenía levantadas estatuas en su honor en varias ciudades, más tarde lo glorificarán los intereses económicos del ferrocarril por sus victorias frente a los indios, hasta que ... hasta que denuncia abiertamente en el Congreso los sobornos y la corrupción que alcanzaba a muchos generales y políticos. A partir de entonces su figura empieza a resultar incómoda y a ser ridiculizada en los escenarios teatrales. De lo épico hemos pasado a lo cómico.
En conjunto nos encontramos con una obra notable, con excelente interpretación y correcta representación de las escenas de lucha, que nos acerca al conocimiento de este general que se definía en estos términos: "¡No soy político, ni moralista, ni predicador ... soy militar!"
Lafuente Estefanía
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