Un matrimonio de abogados muy bien avenido, Adam (a) Pocholín (Tracy) y Amanda (a) Pocholina (Hepburn), viven felices en una mansión y tienen su casa de campo. Sin hijos pero con perros.
La cosa empieza a torcerse cuando ella debe defender a una mujer por intento de asesinato a su marido cuando lo encuentra con su querida. Él es el fiscal del caso ... y se declara la guerra de sexos tanto en el tribunal como en la casa.
Comedia romántica en su época, hoy objeto de debate sociológico pues la base de la defensa consiste en exigir algo tan elemental como que la justicia sea igual para hombres que para mujeres.
Y aquí está el quid de la cuestión, porque acepta sin fisuras que si cualquier jurado es "comprensivo" con el marido cornudo que mata o intenta matar a su mujer, la misma comprensión deberá tener cuando ella haga lo propio.
Dicho de otra manera, que la igualdad de género consiste en manga ancha para todos y que la justicia brille por su ausencia.
Tampoco es que haya mucha equidad a la hora de retratar a los dos "pocholines". Mientras ella usa con astucia todas las "Armas de mujer" que tiene a su alcance, incluido ridiculizar al marido durante el juicio, él debe soportar sus ironías y encima a Kip (Wayne), el vecino pianista, plasta y sobón que le toca literalmente las cosquillas flirteando continuamente con una Amanda que disfruta siguiéndole el juego. Todo en las mismas narices de un pasmado Adam.
Tan pasmado que nos recuerda a "El Calzonazos" de Paco Martínez Soria. ¿No les parece que se da un aire con Tracy incluso en el físico? No es el caso, la verdad, de Hepburn con Florinda Chico.
De todas formas estamos ante un clásico de la comedia, una obra divertida y un tanto disparatada a la que empiezan a pesarle los años. Hay golpes de buen nivel como el de la pistola de chocolate que retrata magistralmente la hipocresía de algunas reivindicaciones. Nosotros hubiéramos concluido allí la película, pues lo que sigue luego parece sobrar un poco.
Excelente fotografía, ambientación, vestuario y banda sonora.
Interpretaciones superiores. Sobra en nuestra opinión hablar tanto de la "química" entre Tracy y Hepburn, pues los grandes actores como ellos la tienen siempre actúen con quien actúen.
Nos preguntamos si este concepto de "química" procede de la "afinidad química", que permite a los elementos combinarse con unos para formar un compuesto mientras rechazan hacerlo con otros. Spencer y Katharine ligan bien con cualquiera.
Sin la maestría que algunos le ven, nos parece una buena película que no deben perderse.