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Voto de Lafuente Estefanía:
10
Comedia Años 50. Villar del Río es un pequeño y tranquilo pueblo en el que nunca pasa nada. Sin embargo, el mismo día en que llegan la cantante folclórica Carmen Vargas y su representante, el alcalde (Pepe Isbert) recibe la noticia de la inminente visita de un comité del Plan Marshall (proyecto económico americano para la reconstrucción de Europa). La novedad provoca un gran revuelo entre la gente, que se dispone a ofrecer a los americanos un ... [+]
20 de febrero de 2021
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Obra maestra del realismo, del cine de humor y de la ternura, en cierta medida emparentada con la obra de Chaplin, "Bienvenido, Mr. Marshall" es una crítica ácida y a la vez amable de panorama social que presentaba la España de la posguerra. Ojo, no muy diferente en muchos aspectos al que ofrecía el resto de la Europa occidental tras la Guerra Mundial, por no hablar de la Europa "democrática" del otro lado del Telón de acero. Entonces, como ahora, en todos los lados se cocían habas. No se olvide.
Se cocían habas y nuestra generación desayunaba leche en polvo y merendaba queso americano en las escuelas. Como en las de muchos otros países europeos.
Obra maestra por la gracia de la genialidad de su guion, dirección e interpretación, con un Isbert sublime muy bien acompañado por todo el resto del elenco, entre los que no son menos importantes todos esos figurantes con la rotunda expresión de unos rostros renegridos por el sol campesino. Ellos con su boina, traje de pana y mejillas que esperan el preceptivo afeitado dominical en la barbería. Ellas tocadas con el moño, cara surcada de arrugas, toquilla y sayas negras. Máxima expresividad en los planos cortos.
Conocida y suficientemente comentada por otros colegas la cinta, nos quedamos con los sueños que acuñan los vecinos de Villar del Río la víspera de la llegada de los americanos. Sobre todo con el del alcalde (Isbert), gran aficionado al cine de pistoleros del Oeste. En su sueño evoca la expectante llegada al saloon del pueblo, la placa al pecho, la pistola al cinto. Un hueco en la barra para tomar whisky y cerveza, las bailarinas en el escenario, los jugadores de póker en sus mesas ... Todo a la espera del afamado pistolero que llega de fuera, en este caso su adversario es el representante de la artista (Morán). Cruce de miradas, se miden las distancias, silencio en la sala, suenan disparos y se generaliza la pelea ... Magnífica escena llena de encanto y de ternura.
Nos ha emocionado también la rápida aparición de una de nuestras novelas del Oeste que esconde velozmente el ordenanza del Ayuntamiento. Escena que evoca esa costumbre tan arraigada entre los subalternos de la administración española de la época, acostumbrados como estaban a pasar el rato y combatir el aburrimiento con las aventuras vaqueras y pistoleriles que publicábamos en nuestras populares novelitas de bolsillo. Muchas gracias D. Luis.
Lafuente Estefanía
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