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Bienvenido, Míster Marshall

Comedia Años 50. Villar del Río es un pequeño y tranquilo pueblo en el que nunca pasa nada. Sin embargo, el mismo día en que llegan la cantante folclórica Carmen Vargas y su representante, el alcalde (Pepe Isbert) recibe la noticia de la inminente visita de un comité del Plan Marshall (proyecto económico americano para la reconstrucción de Europa). La novedad provoca un gran revuelo entre la gente, que se dispone a ofrecer a los americanos un ... [+]
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Críticas 89
Críticas ordenadas por utilidad
25 de junio de 2006
138 de 163 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un pueblo (el español) empobrecido por causa del aislamiento al que le sometió un dictador (Franco) se engalana ahora con el fin de suplicarles unas perrillas a los americanos del programa de ayuda económica a Europa, quienes le ignorarán por su actitud durante una todavía reciente Segunda Guerra Mundial. Éste es el mensaje "oculto" que se les pasó a los censores debido a las canciones y a un final malinterpretado como xenófobo.
La actitud española es la de reírse de las propias miserias (somos "otimistas"), por lo que se aprovecha además para mostrar un cuadro costumbrista rural muy simpático donde no faltan las caricaturas (que más bien son retratos realistas) del alcalde, del cura, de la profesora, del boticario y de muchos otros miembros típicos del pueblo castellano.

Lo mejor: críticas "sutiles"; una música muy pegadiza; Manolo Morán interpretando a un pícaro representante; la interpretación de Pepe Isbert en general, pero en particular recuerdo con mucho cariño la parodia del Western: verle disfrazado de pistolero no tiene precio.


"Como alcalde vuestro, yo os aseguro que para pagar esto ni un céntimo ha salido de las arcas públicas, porque en las arcas jamás ha habido un céntimo."


De todas formas, para mi gusto hay películas más interesantes en la historia del cine español, un par de ellas dirigidas también por Berlanga.
jastarloa
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26 de septiembre de 2008
105 de 114 usuarios han encontrado esta crítica útil
Primer largometraje en solitario de Luis G. Berlanga y segundo de su filmografía. Escrito por Juan Antonio Bardem, Luis G. Berlanga y Miguel Mihura, desarrolla un argumento original de Bardem y Berlanga. Se rueda en decorados naturales de Gadalix de la Sierra (Madrid) y en los Estudios CEA (Ciudad Lineal, Madrid). Gana el Premio Internacional de Cannes (Berlanga) y una mención especial (guión). Producido por Vicente Sempere para Uninci, se estrena el 4-IV-1953 (Cine Callao, Madrid).

La acción dramática tiene lugar en Villar del Río, localidad castellana de ficción, en 1952. El delegado del Gobierno visita al alcalde, don Pablo (Isbert), para informarle de la próxima visita al lugar de una delegación del Plan Marshall que estudia la concesión de una ayuda económica al país. Con la colaboración de Manolo (Morán), manager de la cantaora Carmen Vargas (Sevilla), decide vestir a todos los lugareños de andaluces y cubrir las fachadas con decorados típicos. El alcalde es astuto, bonachón y duro de oído. Carmen Vargas, joven y atractiva, cautiva al público con sus canciones folklóricas. Manolo es pícaro, fantasioso y charlatán.

El film es una comedia satírica que bajo la apariencia de una tierna comedia costumbrista disimula una ácida crítica de la realidad del país, de las instituciones de gobierno españolas, de la ayuda americana y de los EEUU. La historia es sencilla y cálida. Los hechos ocurren en un pueblo pequeño, pobre, aislado y olvidado, en el que la vida discurre con pausada monotonía. Los diálogos, ocurrentes y chispeantes, destilan naturalidad, sinceridad y verismo. Los caracteres principales están desarrollados con gracia y eficacia. La narración se apoya en la voz en off de un narrador (Fernando Rey) que contribuye a dar al relato la forma de un cuento sencillo y entrañable. Elabora una historia de pobreza, miserias, ilusiones rotas, primeras necesidades no cubiertas y nulas expectativas de progreso y cambio.

Focaliza la crítica en la política aislacionista del gobierno (1939-59), el culto a las falsas apariencias (no quieren mostrar la realidad, sino lo que piensan que los americanos desean ver), la vacuidad del patrioterismo, la identificación de España con lo andaluz y los toros, la mitificación del flamenco, el atraso cultural del país (el mapa de Europa de la escuela es anterior a la IGM), el retraso económico de un país en el que predomina la economía de truque y la agricultura es la actividad productiva principal, la influencia del párroco y sus sermones exageradamente sesgados. En relación a los EEUU el film parodia al Ku-Kux-Klan, los gángsters, la Comisión de Actividades Antiamericanas (caza de brujas), la violencia de los antiguos pistoleros del Oeste, la administración apresurada del tiempo, la exclusión de España del Plan Marshall, etc. Presenta varias escenas oníricas y surrealistas, referidas a los sueños que suscita en las personas del lugar la vana esperanza en la ayuda americana.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Miquel
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12 de enero de 2008
94 de 118 usuarios han encontrado esta crítica útil
A día de hoy, lo más sorprendente para mí al visionar "Bienvenido, Míster Marshall!" es que pasara ese maldito obstáculo que suponía la censura. Sólo alcanzo a obtener una explicación, y es que los censores debieron ver una comedieta entretenida, simpática, y por completo intrascendente. Bendita una vez más la comedia si sabe engañar tan hábilmente a bobos como estos, ocultando debajo de tan agradecible disfraz un descomunal alegato con la España del momento.

Cogiendo un pueblo que podría ser cualquier otro, Berlanga echa toneladas de ácido corrosivo contra todo lo que se mueve, porque ciertamente no deja títere con cabeza. Se nos muestra a una serie de entrañables personajes: el alcalde, el hidalgo, el cura, la profesora, la cantaora, su manager, el científico, etc. La pena es que se nos describen a través de una voz en off del gran Fernando Rey, pero creo que innecesaria.. No creo que haga falta introducirnos en la película con la dichosa voz en off, creo que está sobrada de recursos puramente cinematográficos para contar de sobra la historia, y no con uno tan fácil y molesto. De todas formas, un único defecto entre tanto mérito.

Berlanga con este pueblo representa el fracaso, el anclaje, la incapacidad de seguir adelante debido a que éste se encuentra cercado por una especie de barrera reacia al progreso. Así pues, el pueblecito se tiene que conformar con ver el mundo a través de un escaparate, ante el cual desfilan los reyes magos de los EE.UU., aquéllos que cuentan con tractores de última generación, con héroes que matan al malo y se llevan a la guapa, con los coches más rápidos y mejores; en definitiva, con el progreso.

Y estos pobres pueblerinos se tendrán que conformar con su azada, su trabajo de sol a sol, ver a aquellos héroes llevarse a la guapa a través de películas a las que jamás accederán. Sólo podrán soñar con esas golosas aspiraciones, confiando sus esperanzas a esa quimera americana.

Esta película a pesar de que se mueve en un pozo de amargura, cuenta con una de las grandes fachadas que ofrece el cine, que es la comedia. Convertir esta triste historia en una comedia descojonante sólo está al alcance de grandes como es Berlanga. Y desde luego, terminar la película con una sonrisa liberadora es de las mejores cosas que ofrece el cine. Gran película.
GVD
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13 de septiembre de 2005
53 de 59 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bardem, Mihura y Berlanga se unen para dar cuerpo a esta brillante comedia del cine español. Los personajes de Villar del Río reflejan el carácter de una época de la España de los cincuenta, y lo hacen con ese tono crítico e irónico tan hábil como habitual en la filmografía de Berlanga.

La canción que los habitantes del pueblecito ensayan para dar la bienvenida a los estadounidenses, con letra del escritor Miguel Mihura, ha pasado a formar parte de la memoria del séptimo arte y es raro que haya un español, anciano o joven, que no sepa hoy tararearla. Igual que la letra de dicha canción, los diálogos de la película están bien pulidos y llenos de ingenio. Pepe Isbert nos deja como recuerdo una entrañable actuación además de esa escena en el balcón que ya ha pasado a la posteridad: “Como alcalde vuestro que soy os debo una explicación, y esa explicación que os debo os la voy a pagar…”

Encontramos el uso de muy buenos recursos como la voz en off, el montaje o la parodia de distintos géneros de películas –incluso una del Oeste–. Todo ello para impregnar de esa sensación de admiración y halago al amigo americano que se engrana en el argumento para hacer que el final con la llegada de los coches oficiales resulte tan grotesco como magnífico.

La cinta superó los estragos de la censura ante lo que era una sátira de la sociedad española y el aislacionismo del régimen franquista; incluso en este caso la de algún norteamericano –Edward G. Robinson, como presidente del jurado en Cannes, amenazó con marcharse si no se suprimía una escena de la bandera de Estados Unidos flotando en las aguas residuales–. A pesar de todo, terminó por llevarse un premio en el festival de cine francés haciéndose con ello más popular y taquillera. "La película se estrenó un lunes y el miércoles ya la iban a retirar porque no fue nadie a verla; pero llegó el premio de Cannes y cobró un éxito inesperado", reconocería Berlanga. Hoy en día se encuentra recuperada la versión íntegra y constituye una verdadera joya con la misma vigencia que entonces.
Pedro
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18 de agosto de 2008
72 de 102 usuarios han encontrado esta crítica útil
Parece un sacrilegio sacarle defectos a la que muchos consideran obra maestra del cine español; pero, aun reconociendo sus virtudes, en conjunto mi calificación no pasa de un 6. Nadie puede negar que se trata de una visión corrosiva de la España profunda del franquismo, llena de metáforas y dobles sentidos. Pero, si le quitamos la crítica política y social, ¿realmente queda un producto artístico de gran valor?
El argumento es tan endeble que los escasos 75 minutos de la cinta (en su versión supuestamente íntegra) casi se hacen largos, y está llena de escenas cuyo principal objetivo parece ser el de alargar la película para que alcance una duración estándar. Así, gran parte del metraje se dedica a las secuencias semisurrealistas de los sueños, que apenas pueden disimular que están de relleno (en especial la interminable y absurda del "saloon"), o a las canciones y bailes de Lolita Sevilla.
Junto a algunos momentos y giros brillantes, en que parece que la comedia puede llegar a despegar, los diálogos abundan en toques del humor absurdo del coguionista Miguel Mihura, y están destinados exclusivamente a fans incondicionales del dramaturgo. Por último, la presencia de la voz en off (de Fernando Rey) resulta a todas luces excesiva, cansina y paternalista, como si el espectador no fuera capaz de captar por sí mismo el ingenio y la ironía de todos y cada uno de los fotogramas.
Quizá los responsables de la película eran, ya durante el proceso de producción, demasiado conscientes de que acabaría siendo un clásico. Sin duda lo es, pero le sobra cierta autocomplacencia.
SoniaTurbo
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