Insufrible dramón inspirado en una novela corta de Balzac. Narra la increíble historia de un capitán del ejército napoleónico, “Agustín” durante las campañas contra los mamelucos en el Egipto de 1798. Viajando por el desierto como escolta del pintor Venture, su expedición sufre una tormenta de arena y pierde el rastro del regimiento al que siguen. Agustín parte en busca de ayuda y en una caverna topa con un leopardo –se supone hembra-, que no solo lo ataca sino que parece iniciar con él una especie de ritual de seducción. Poco a poco el militar entra a ese peligroso juego amoroso hasta aceptar la coexistencia íntima con el animal.

Los celos que surgen entre ellos y la violenta irrupción de los depredadores más crueles los seres humanos, harán que esta singular espiral melodramática derive hacia la tragedia.

No sé si Balzac planteó el relato como una fábula sobre las pasiones y la violencia humana, o quizá como una crítica hacia la modernidad frente a la inocencia primitiva; pero desde luego la debutante Lavinia Currier se toma la trama amorosa muy en serio, hasta el punto de aceptar el bestialismo como una forma más de amor. Este planteamiento hace que la película “interesante en su desnudez formal y en sus complejos matices dramáticos hasta el encuentro entre el militar y el leopardo” capote a mitad del metraje, adoptando un tono enfermizo y premioso que ya no se abandona hasta la resolución y que me hizo preguntarme ¿por qué habré pagado por esta mierda estando disponible La Cicciolina?