De las mil cosas que me han flipado de "El engendro del diablo", el segundo largometraje de Michele Soavi, apadrinado esta vez por el mismísimo Dario Argento, voy a resaltar la que más fascinado barra alucinado me ha dejado. Eso de que las catedrales poseen un mecanismo ultrasecreto que, al activarlo, toda ella se destruye por completo, es fabuloso. Puro cine de aventuras. Es que me imagino a Indiana Jones huyendo de ahí a toda leche.
A partir de esa genialidad se genera una muy interesante historia de horror psicológico, cosa que no me esperaba, con toques de body-horror, de giallo y hasta de survival. Una cinta que se establece, aunque en su resolución de conflictos, incitada seguramente por el género en que se enclava, se muestre algo ambigua y timorata al respecto, como vituperio a la Inquisición y al catolicismo. Nuestra sociedad se erige sobre columnas de sangre, dolor e injusticias amparadas por la religión, y Argento y sus guionistas supieron aprovecharlo.
Por cierto, según veo en FilmAffinity "El engendro del diablo" es de las peor valoradas de Michele Soavi, algo que no entiendo en absoluto.