Hay cosas que no se ven todos los días. El paso de un cometa, la luna de sangre, unos juegos olímpicos, una buena película de Adam Sandler, el abrupto y adelantado final a una saga que se presuponía de éxito... Ese es el único y triste argumento que he podido encontrar para darle un mínimo de interés a "La serie Divergente (Leal)", un error cinematográfico que, a partir de ahora, intentaré borrar de mi mente.
"La serie Divergente (Leal)" es la tercera entrega de la adaptación en pantalla grande de los personajes creados por Veronica Roth; y última visto su paupérrimo recorrido, al menos en formato película, porque en los libros parece ser que había más material. Uno de los peores enemigos de una película, y de cualquier cosa, es la indiferencia; y por desgracia ese es el único adjetivo que me viene a la cabeza para definir mis sentimientos hacia "La serie Divergente (Leal)". Todo lo que sucedía durante las casi dos horas de metraje me daba exactamente igual, y cuando eso sucede poca solución hay. Vale que a mí la saga de nunca me ha gustado, de sobras lo sabéis, pero es que hay muchas franquicias que no me gustan en demasía y eso no impide que las películas puedan medio interesarme en algún momento, pero es que este film de Robert Schwentke me la ha traído muy floja. Y es que da la sensación que a los guionistas también les ha sucedido lo mismo. El personaje de Miles Teller lleva tres películas haciendo exactamente lo mismo, ya me lo sé de memoria, ¿como esperáis que de esa forma me pueda interesar una cinta?... "La serie Divergente (Leal)" empieza con un gancho que llama la atención, el hecho de que los protagonistas por fin pasan el muro para descubrir que hay realmente fuera. Bueno, pues visto lo que hay, casi era más estimulante lo que ya conocían, por no mencionar que la supuesta pirueta argumental es muy previsible.
Realmente en lo que más brilla "La serie Divergente (Leal)" es en su diseño de producción, algo que en sus predecesoras tampoco destacaba demasiado. Pero si pretendemos vivir únicamente de eso, mal vamos.
Shailene Woodley, la que llevan durante toda la saga queriéndonos vender como la nueva estrella emergente de la interpretación, sigue sin transmitirme absolutamente nada. No es, ni siquiera, una Jennifer Lawrence de marca blanca. Y el resto del casting de "La serie Divergente (Leal)" pues sin más, alguna cara conocida actuando de tal forma que notas que está esperando el cheque, y nada más.
En resumen, las cintas basadas en best sellers juveniles eran una moda pasajera y, como tal, su destino era ser enterradas. Algunas sagas pudieron cerrase, otras no. "La serie Divergente (Leal)" es el infructuoso e inofensivo último coletazo de vida de un animal decapitado que se sabe moribundo.