"Alerta roja" es un pasatiempo barra tontería —la escena de la plaza de toros es de absoluto bochorno— con tanto lujo en su exterior como podredumbre y decrepitud en su interior.
Un Rawson Marshall Thurber que ya casi parece ahijado de Dwayne Johnson se pone al frente tras las cámaras de "Alerta roja". Un thriller de espionaje en clave de comedia que, por culpa de un guion pobre y poco o nada trabajado, obra también del propio Thurber, acaba haciéndose largo y repetitivo. Vale que en este tipo de historias está ya todo muy visto, pero es que aquí los giros se ven venir a leguas, viéndose el producto en la necesidad de reírse de ello como para excusarlo.
Ryan Reynolds, Gal Gadot y el propio Johnson hacen lo que pueden para sostener la fachada de "Alerta roja", pero lo dicho, solo hay fachada.