Decía Bill Simmons, en su critica sobre "El único superviviente", que: "Le parecía la película bélica más extraordinaria desde Salvar al soldado Ryan". Yo, cuando leí esa frase, me lleve las manos a la cabeza y exclame, ¡igual nos hemos pasado un poco! Bueno, pues después de ver la cinta de Peter Berg he de admitir que, extraordinaria, es un calificativo bastante aproximado para ella.
"El único superviviente" es, ante todo, una película honesta. Y es ahí, precisamente, donde radica su mayor defecto. Desprende tanta honestidad que, durante su primera media hora de metraje, vive por y para convertir a los héroes de la historia en seres humanos. Y es, curiosamente, la parte más floja del film. De hecho, "El unico superviviente" posee un primer acto tan lento y plagado de silencios, que me llego a desesperar ligeramente. Pero es entonces cuando la película rompe con un segundo acto explosivo y contundente, plagado de tensión. Ahí el espectador empieza a meterse en la trama poco a poco, siendo esa fase de la cinta en la que la mecha se ha prendido y comienza su firme avance hasta la segura explosión. Y cuando llega la deflagración, "El único superviviente" se convierte en una robusta cinta bélica en toda regla. Cruda, emocionante y verosímil; será casi imposible no engancharse.
A todo ello hay que sumarle un buen casting. Al siempre efectivo Mark Wahlberg, hay que sumarle la presencia de Ben Foster, uno de esos secundarios de Hollywood que siempre querría tener en una película. Por no hablar del buen hacer que demuestra su realizador, Peter Berg.
En líneas generales "El unico superviviente" es un film que me ha convencido bastante. Es de esas historias que se viven al cien por cien por el espectador, y que calan muy hondo.